Uno
de los invitados más jóvenes se acerca para hablarme de la homilía, en la que comenté la parábola del “tesoro escondido en el campo”.
―Para
un cura esto debe ser una pasada, ¿no?
―¿Por
qué?
―Quiero
decir que…, tanta gente, tanta niña mona, tantos invitados… No sé. ¿Compensa
ser cura? Es que en el sermón ha dicho cosas muy alegres y divertidas…
―Y
piensas que debería haberme puesto serio y solemne, ¿no es eso?
―¡No,
no! Bueno; lo que quiero saber es si usted se lo pasa bien de verdad.
―¿Y
tú? ¿Cómo te lo pasas? ¿Has encontrado ya tu tesoro?
―No. Por eso lo digo…
Seguiremos
hablando.
5 comentarios:
El chaval hace buenas preguntas. Estaría bien que se hiciera unas cuantas más...
Sin comentarios. No me extraña que ponga eso, es como para pensarselo. Esta vida conlleva un riesgo y tarde o temprano hay que decidirse por algo o por alguien que es más importante, no hay que precipitarse pero tampoco demorarse. yo ya hice mi elección y no me arrepiento sobre todo que es Dios quien tiene su plan para cada uno de nosotros solo hay que preguntarle. Mucho Ánimo. Adiosle
Está claro que el chico no le conocía.
Y usted, como siempre, yendo a la raiz del asunto.
Y quien se casa?
Espero que la conversación continúe y que acabe encontrando su tesoro. Rezaremos.
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