domingo, 16 de septiembre de 2012

Después de la boda




Uno de los invitados más jóvenes se acerca para hablarme de la homilía, en la que comenté la parábola del “tesoro escondido en el campo”.
―Para un cura esto debe ser una pasada, ¿no?
―¿Por qué?
―Quiero decir que…, tanta gente, tanta niña mona, tantos invitados… No sé. ¿Compensa ser cura? Es que en el sermón ha dicho cosas muy alegres y divertidas…
―Y piensas que debería haberme puesto serio y solemne, ¿no es eso?
―¡No, no! Bueno; lo que quiero saber es si usted se lo pasa bien de verdad.
―¿Y tú? ¿Cómo te lo pasas? ¿Has encontrado ya tu tesoro?
―No. Por eso lo digo…
Seguiremos hablando.

5 comentarios:

Cordelia dijo...

El chaval hace buenas preguntas. Estaría bien que se hiciera unas cuantas más...

Antuán dijo...

Sin comentarios. No me extraña que ponga eso, es como para pensarselo. Esta vida conlleva un riesgo y tarde o temprano hay que decidirse por algo o por alguien que es más importante, no hay que precipitarse pero tampoco demorarse. yo ya hice mi elección y no me arrepiento sobre todo que es Dios quien tiene su plan para cada uno de nosotros solo hay que preguntarle. Mucho Ánimo. Adiosle

Vila dijo...

Está claro que el chico no le conocía.

Y usted, como siempre, yendo a la raiz del asunto.

yomisma dijo...

Y quien se casa?

Papathoma dijo...

Espero que la conversación continúe y que acabe encontrando su tesoro. Rezaremos.