viernes, 6 de julio de 2007

Olvidarte



Camino de Madrid, he puesto en el coche el disco de Pasión Vega que me dio mi hermana Carmen.

La cuarta canción se titula “Olvidarte” y es un poema de Francisco Céspedes. Pasión Vega lo interpreta mucho mejor que su autor, con una voz dulce y poderosa. Nada más oírla he decidido aprendérmela de memoria, y he programado el CD para que me la repitiera una vez más y otra y otra y otra... hasta llegar a casa.

Hace años San Josemaría nos enseñó a hacer oración oyendo canciones de amor. Esta mañana me ha resultado sencillo.

Olvidarte será fácil, ya lo sé:
tengo apenas que dejar de ver el mar
y cegarme ante la luz de las estrellas,
no ver llegar la luna detrás de un cristal.

Olvidarte será fácil, ya lo sé:
tengo apenas que arrancarte de mi piel
y cerrar a tiempo puertas y ventanas,
no ver llegar la noche ni el amanecer

Olvidarte será fácil,
tengo apenas que taparme los oídos
a los cantos de las aves
y al murmullo penetrante de los ríos.
Olvidarte será fácil, te lo digo,
es cuestión de no escuchar a mis latidos.

Olvidarte será fácil, ya lo sé:
tengo apenas que matar un sentimiento
y tapar el sol entero con un dedo,
cambiar mi corazón por uno de papel.

Olvidarte será fácil:
tengo apenas que taparme los oídos
a los cantos de las aves
y al murmullo penetrante de los ríos.
Olvidarte será fácil, te lo digo,
es cuestión de olvidar que he nacido.

Es cierto. Es fácil olvidar a Dios. Basta con cerrar los ojos al paisaje de Castilla que me ha deslumbrado durante estos día, y no escuchar al anochecer la orquesta de los timbales que acompaña a la tormenta. Basta con mirar para otro lado cuando, al alba, la brisa renueva su paleta de colores.

Negar a Dios no cuesta mucho. Basta con pensar que la belleza es un afortunado accidente; que no hay ningún artista detrás de la Meninas; que el orden del universo surgió por azar. Que volaban por el espacio millones de letras y, al caer, formaron casualmente “La Divina Comedia”.

Olvidar a Dios es sencillo: basta con tapar el sol con un dedo y cerrar los oídos al canto del ruiseñor, que improvisa cada noche una melodía diferente.

Es tan fácil negarte, Señor. Basta con tachar de todos los diccionarios esas palabras que sólo un loco o un alucinado pudo crear: “siempre”, “eternidad”, “felicidad”... Y pensar que la música de Mozart, el vuelo del águila real, Casablanca, la Catedral de León, los sonetos de Garcilaso de la Vega y todos nuestros sueños, nuestras dudas y nuestros amores nacieron de un gran pedrusco que hace millones de siglos se puso a girar el en espacio.

Negar a Dios es sencillo. Basta con proponérselo. Y si un día oímos que golpea en nuestra puerta, decir, como en aquella comedia de Ionesco:

“¿Llaman? Eso es señal de que no hay nadie”.




6 comentarios:

Cristian dijo...

Olvidamos tan rápido que casi ni nos enteramos que hemos olvidado algo. Buen fin de semana, bendiciones padre.

Benita Pérez-Pardo dijo...

Gracias por la canción. Es preciosa.
Por olvidar, somos capaces de olvidarnos hasta de lo qué somos..

Altea dijo...

Un poema interesante, sin duda, incluso para una negada para la poesía como yo.
No sé si este nuevo look le sienta muy bien al blog. Le produce muchos errores, como en la columna de frases célebres.

Enrique Monasterio dijo...

Bueno, Altea. El poema no es gran cosa, pero la música siempre embellece la letra, y la voz de Pasión Vega ennoblece cualquier canción

Juanan dijo...

En el campamento se veían las estrellas. Parecían clavadas en el techo, pero nada más lejos de la realidad. Son bolas de gas incandescente a millones de años luz. En el quinto pino, vamos.

Todo eso para que en un cacho de tierra minúsculo naciéramos nosotros.

Y nos queremos olvidar.

Anónimo dijo...

D. Enrique, he estado bastante alejada de la red últimamente y con su ritmo de publicación ¡¡se me acumula la tarea de leer y leer!! Pero a poquitos, voy poniéndome al día con mucho gusto, como siempre.
Preciosa esta entrada (y la canción, que la Vega es fenomenal). Y también "En la autopista" y las historias de Riaza y del "Famoso escritor"...
Gracias por esas líneas diarias para disfrutar, aprender y pensar. Y rezar.