—¿Para qué querías verme?
—No sé…
—Pero querías hablar conmigo, ¿verdad?
—Sí.
—¿Es por la catequesis?
—Sí…; bueno, no.
—¿Estás preocupada?
—Un poco.
—¿Por algo en concreto…?
—Sí.
—Si me lo cuentas, a lo mejor puedo ayudarte.
Silencio. La niña —16 años y algún grano que otro en la cara— se mira las manos por delante y por detrás. Luego agarra la cadena que le cuelga del cuello, y juega con la medalla.
—Querías contarme algo, ¿verdad?
—Sí.
—Y ahora no sabes cómo empezar…
A la niña se le humedecen los ojos. Busca un pañuelo de papel y coge uno de los míos.
—¿Es algo bueno o malo?
—Superbueno…
—Estupendo. Entonces será fácil contarlo…
La niña empieza a llorar. Segundo pañuelo.
—A ver, ¿cómo se llama?
—¿Quién?
—Ése que me está dejando sin pañuelos.
—Juan.
—Y sales con él.
—Ya no.
Tercer pañuelo. Al final explota:
—Me ha dejado. Dice que tiene vocación. Es una guarrada.
Se levanta y casi tira la silla.
—Bueno, me voy.
Se marcha corriendo. Se ha llevado todos mis kleenex.
16 comentarios:
Ay! La foto final!!! Qué me muero de la risa!!!
Pobrecilla. No puede ni entristecerse porque sabe que seguir a Dios es lo mejor que puede hacer su chico, aunque a ella le fastidie.
Desde ahora rezaré por los dos.
Desde luego la chica tiene bien cogido el perfil de "chico ideal". Demasíado bien creo...
No me queda claro si el dibujito del final simboliza el corazón de la niña, o el corazón del sacerdote... Porque claro, digo yo que el sacerdote también tendrá su corazoncito... y aunque uno sepa que los amoríos de adolescente y las penas del corazón puedan tener fecha de caducidad, también a veces se quedará un poco hecho polvo con las historias tristes... no??????
Que bueno el comentario de historias del metro! Usted tambien sintió compasión verdad? pobre chiquilla que bien habia elegido!
Le pasaria unos kleenex pero tendria que enviarlos por correo y no justifica ;)
Me pregunto de quién es la flecha que lleva Cupido clavada en la espalda....
¡Tchak!
- Toma, bicho, que ése rapaz es mío.
Perdón si hiero sensibilidades...
Es que la chica fue a topar con la mayor competencia que pueda haber y seguramente de la que uno se puede consolar mejor
Pobrecita, sabe que no hay nada mejor que seguir a Dios, pero esta enamorada, hay que encomendarla mucho pa que encuentre otro chico bueno, pero con vocación al matrimonio!!!!!!
En fin, supongo que el que pudo elegir, eligió, dejando al resto de contrincantes fuera. Suele pasar.
Tengo unos comentaristas demasiado serios.
Lo más probable es que todo esto sea pura adolescencia. No cabe duda de que los dos son encantadores, pero ya veremos lo que pasa.
De momento mi relato es poco más que una broma.
¡Ese anónimo me ha pisado el comentario! Incluido lo de la risa, menos mal que estaba sola.
¡¡Dulces 16 años!!
A Historias del Metro me gustaría decirle que claro que el cura también tiene su corazoncito y que puede quedarse hecho polvo (incluso con más frecuencia de lo que uno se imagina), pero... ¡esta no es una historia triste!
Cuando están adolescentes de por medio, creo que lo triste de una historia no se mide por la cantidad de lágrimas.
Los dos tienen corazón, hay que tener fuerza para hacer la voluntad de Dios. En el Cielo se pagará el ciento por uno jaja.
Y voy a rezar por ella para que también reciba la vocación! no le parece lo mejor Don Enrique? jaja
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