jueves, 4 de septiembre de 2008

De psicólogos y otras pesadillas




De nuevo, y también de paginasdigital.es, un buen artículo sobre Barajas y los psicólogos. Lo suscribiría entero. Es más, yo mismo había empezado a escribir lago semejante.


 

Hace un par de años una amiga italiana me mostraba su sorpresa al conocer por la televisión de su país la práctica española de mandar psicólogos a los lugares donde ha habido catástrofes con víctimas mortales. Entonces se trataba del accidente del Metro de Valencia, a pocos días de la visita de Benedicto XVI a aquella ciudad.


Este verano el trágico accidente aéreo de Barajas ha vuelto a activar el protocolo "español" y tanto el aeropuerto madrileño como los tristemente famosos pabellones de IFEMA se han poblado de esa rara avis que son los psicólogos-funcionarios. Parece como si el duro impacto de la realidad (un accidente, la pérdida de un ser querido) no despertara una pregunta, un porqué que necesita ser respondido, sino que introdujera una patología que hay que curar. Y el Estado provee. Para ello ha creado un nuevo cuerpo de funcionarios capaces de afrontar esa circunstancia.


Entendámonos, si me viera en la piel de uno de esos familiares agradecería que un médico o una persona sensata (¡incluso podría ser psicólogo!) me dijera: "no veas la televisión durante unos días, no leas periódicos, toma este calmante si no puedes dormir...". Pero también agradecería que no me tratara como un niño o como un enfermo que se plantea preguntas que carecen de sentido, provocadas por un estado de shock emocional. Nada más humano que la pregunta por el sentido de las cosas, precisamente aquella que nos diferencia de los animales.


De vez en cuando, dentro del medido guión que incluso los medios de comunicación se auto imponen en estas circunstancias, la prensa nos deleita (me temo que inconscientemente) con declaraciones de afectados que muestran que la raza humana no acaba de someterse del todo a los nuevos servicios estatales. Y uno se reconforta con la especie. En una de las reuniones de los familiares de fallecidos en Barajas con la vicepresidenta del Gobierno, un afectado dijo: "no necesitamos psicólogos, queremos un técnico que nos explique todo lo que ha sucedido". La pregunta por el porqué es inextirpable, en su amplia gama de gradaciones. Los familiares quieren saber. Pero sería ridículo reducir la pregunta por el porqué a las cuestiones técnicas ("¿por qué el avión cayó nada más despegar?"). Ésta es una pregunta todavía gobernable (e incluso manipulable) y de ella encontramos eco en todos los medios.


Cuando la pregunta sobre la cuestión "técnica" sea respondida exhaustivamente (si es que algún día es posible) los familiares no se quedarán tranquilos. No basta. ¿Por qué mi hijo? ¿Por qué mi mujer? ¿Por qué a mí? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Para qué trabajar entonces? ¿El amor se frustra con la muerte? Éstas no son preguntas fruto de una patología post-traumática. Son las preguntas que constituyen al ser humano, las mismas preguntas que han movido a Occidente desde los pre-socráticos y cuya respuesta ha construido la civilización europea. Renunciar a estas preguntas (¡no digo ya a sus respuestas!) equivale a minar los fundamentos de nuestra convivencia. Y me temo que la manía española del nuevo cuerpo de funcionarios-psicólogos ilustra esta extraña tendencia de nuestra sociedad a su autodestrucción.


De estas preguntas, que la misma realidad pone ante nuestras narices de forma potente de vez en cuando, poco han hablado los medios de comunicación españoles.


Ignacio Carbajosa


 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Algo así dijo Pérez Reverte, pero en román paladino:
http://www.icorso.com/foro/mensaje.php?a=23019&b=24&c=1

Anónimo dijo...

Tengo experiencia de psicólogos que son una gran ayuda en estas circunstancias. Me parece que tanto usted como Ignacio Carbajosa deberían enterarse mejor de cómo actuan estos psicólogos y psicólogas profesionales.

motorromero dijo...

Exclente artículo D. Enrique. Muchas gracias por traerlo al blog.
Los motorromeros nos vamos a Lourdes a acompañar a Benedicto XVI. Le tendremos presente. Si se anima ya sabe dónde estamos: www.motorromeros.blogspot.com

Juanan dijo...

Y no sólo con los accidentes nos quedamos con las respuestas técnicas. "Fue el Big Bang", "eso es porque nuestro cerebro está más desarrollado" o "venimos del mono"... y nadie se pregunta por qué el Big Bang, por qué nuestro cerebro está más desarrollado, por qué venimos del mono o por qué me ha tocado a mí y yo soy yo y no soy la nada.

María dijo...

¿lago parecido?

muy interesante!

Enrique Monasterio dijo...

No detecto en este artículo el menor indicio de desprecio a la labor de los psicólogos (y psicólogas, por supuesto): creo, querido anónimo que aquí se habla de otra cosa

Bernardo dijo...

El ser humano se tiene que acostumbrar a vivir con preguntas cuya respuesta conocerá cuando se muera, creo yo.