lunes, 15 de septiembre de 2008

Propósitos


Hablábamos de lo de siempre, de sus pequeñas batallas interiores, que nunca faltan gracias a Dios, y yo le sugerí algunos propósitos. Repetí un par de veces esta palabra, "propósitos", y entonces me interrumpió con un gesto.

—Me he pasado media vida haciendo propósitos y otra media comprobando que nunca sale ninguno. Bueno, hubo uno que sí cumplí: hace veinte años logré dejar de fumar.

—Sin embargo —le dije— esos propósitos aparentemente fallidos han ido configurando tu vida. Eres lo que eres gracias a ellos. Esto es una olimpiada, y en la lucha interior lo importante sí que es participar. Quizá sea cierto que hasta ahora no has logrado una sola medalla; pero tienes una buena musculatura en el alma, y al final eso es lo que cuenta. El día que dejes de hacer propósitos habrás sido derrotado definitivamente.

—Pero usted siempre me habla de propósitos pequeños —insistió—. No le veo mucho sentido. Por una parte dice que debo aspirar a la santidad, o sea al Cielo, y luego pretende que suba con una escalera de cuatro o cinco peldaños que además se van rompiendo a cada paso.

Quizá fue entonces cuando traje a colación aquel balance de su vida que escribió San Pablo, prisionero en Roma y a punto de morir:

He peleado un buen combate, he terminado la carrera, he guardado la fe. Ahora sólo me queda esperar la corona de de la victoria que Dios me dará como justo Juez.

—Como ves, basta con luchar hasta el último asalto y poner esa ridícula escalera de pequeños propósitos apuntando directamente al Cielo. Dios bajará a darte la mano, no te preocupes.




10 comentarios:

Historias del Metro dijo...

Jolín qué simple y qué bonito a la vez. Voy a hacer corta y pega en mi blog. Con su permiso, claro.

María dijo...

que bonito y esperanzador (que cursi esta palabra, pero es lo que es) eso que dice de los propósitos quue no logramos cumplir... me quedo pensando... pero eso ¿no sería como decir que eres lo que quieres ser y no lo que eres?? no se... pero bueno, me gusta pensar que eso que quiero ser me ayudar a ser lo que soy.... uy qué filosófica!!!

Conrad López dijo...

¡Aahhh! ¡Cómo me suena eso!

Yo sé de uno que se queja de lo pequeñitos que son los escalones, y cuando por fin llega a un escalón más grande sólo se le ocurre mascullar ¡leñe! ¿por qué me tiene que tocar a mi?.

Jesús Beades dijo...

Muy bien explicado, don Enrique; y eso que le tengo algo de manía a la palabrita "propósito" –aplicado a la oración– desde hace tiempo. Lo más importante es el final: esa mano tendida, ese bajar escalones del Padre Eterno. Lo demás, siempre será poco, y además importa de un modo distinto al que nos creemos. Lo que digo: muy bien explicado.

Enrique Monasterio dijo...

Eso es exactamente lo que quiero decir, María: somos mucho más de lo que somos. Los propósitos, los deseos, los sueños, nos van dando la forma definitiva.

eleneeta. dijo...

¡Hola! Mire esque me encanta su blog, esta genial , y además me estoy leyendo un libro suyo ''Un safari en mi pasillo'', y queria ver si me puede guiar un poco por el blog, porque estoy bastante perdida y no se me ocurren cosas que poner, ¡gracias! un saludo!

Enrique Monasterio dijo...

¿Y cómo te guío yo, eleneeta? Ya veo que tú también tienes un blog, bastante peleón, por cierto. Éste en el que estamos tiene altibajos de ánimo, como yo mismo, y se caracteriza por la perpetua improvisación

Anónimo dijo...

Una vez, me dijo alguien que, el gran amor está hecho de cosas pequeñas...

Altea dijo...

Interesante. Lo daré vueltas.

eleneeta. dijo...

¡Muchas gracias..!