Fernando Acaso, sacerdote del Opus Dei, se fue a Japón en 1959 y allí ha vivido hasta hace bien poco. Ahora reside en Toledo, que no es lo mismo, pero tampoco está nada mal. Desde Toledo me envía lo que publico a continuación. Yo espero que Don Fernando incluya estas reflexiones y algunas otras en un libro sobre aquellas tierras de Oriente, tan cercanas.
Llegué al Japón en enero de 1959 y todo me pareció muy distinto. Aún más después de leer un libro muy divertido de un humorista americano que mostraba que en Japón todo es justo al revés que en Occidente. Me fui haciendo un experto en este tema y me creí capaz de escribir un libro y asombrar a todos con mi agudeza.
Pasaron unos cuantos años y me encontré con que, casi sin darme cuenta, había dado un giro copernicano: empecé a fijarme en lo mucho que se parecen los japoneses y los occidentales y, después de casi 50 años en el Japón, he llegado a la conclusión de que somos igualitos... al menos en un 97 por ciento (cifra simbólica). Y ese 3% que nos distingue no es porque sí: tiene que haber alguna razón. Las comidas, las facciones, el color de la piel y el lenguaje pueden ser muy distintos, pero el corazoncito es igual. Desde entonces dudo en principio de toda aserción que tenga como sujeto un colectivo nacional. Y si, por ejemplo, me parece que los japoneses tienen un sentido estético superior al de los occidentales, no estoy dispuesto a admitirlo hasta encontrar una razón que explique esa diferencia.
Todo lo escrito hasta aquí viene a propósito de que me parece haber encontrado la razón de este sentido estético superior de los japoneses. A ver si me explico. ...Muchos asociamos los cerezos en flor con el Japón. ¿Por qué? ¿Por qué a los japoneses les gustan tanto los cerezos en flor?
Japón está al sureste de Siberia y al noroeste de las Filipinas, y las condiciones atmosféricas hacen que en invierno se meta el frío de Siberia en Japón y en verano el calor y la humedad del sur. De aquí que los japoneses se pasen el invierno soñando con la llegada de la primavera, y el verano soñando con la llegada del otoño. Solo quien ha pasado mucho frío en Japón —como el que escribe estas líneas— sabe la alegría que supone encontrarse de repente, ya a mediados de febrero, con unos brotes de flores de ciruelo; y un mes más tarde, las flores de los cerezos nos dicen que se acabó el frío. Y cuando entre los sudores del verano se nota que la luna parece más nítida, o que el verde de aquel arce ya no es tan verde, uno empieza a sentir el fresquito del otoño.
Estos cambios atmosféricos, lo escarpado de la orografía y la abundancia de lluvias ofrecen a los japoneses una naturaleza rica en matices donde otear el cambio de las estaciones. Y esta naturaleza es la que ha debido transmitir a los japoneses un sentido estético más refinado.
Yasunari Kawabata, al aceptar el Nóbel de Literatura, disertó sobre qué es el Japón. Dijo que «Japón es las cuatro estaciones». Cuando lo leí me pareció exagerado pero he llegado a pensar que algo de razón no le falta. Los poemas haiku, si no tienen una referencia a las cuatro estaciones, no son haiku. También esto me pareció exagerado. Pregunté el por qué y la única respuesta que obtuve fue “porque sí”.
El haiku japonés, exponente de la estética del zen, “consta de 17 moras (unidad lingüística de menor rango que la sílaba) dispuestas en tres versos de 5, 7 y 5 moras, sin rima” (Wikipedia). Voy a copiar aquí dos haiku del gran maestro Matsuo Basho (1844-1894).
Un viejo estanque / se zambulle una rana / ruido de agua
A cada ráfaga / se desplaza en el sauce / la mariposa
4 comentarios:
Fernando Acaso vive en Vitoria
que nos lo aclare él mismo. Me han asegurado que está en Toledo; pero a efectos de Internet, qué más da.
Qué entrada tan interesante. Ese sentido estético japonés siempre me ha fascinado, y no dudo que sea por las razones que este señor aduce: hay muchísima belleza que contemplar en ese país, y es por eso que sus habitantes la perciben con mayor fineza.
La verdad es que D. Fernando vive en Vitoria y, además, ha escrito un libro muy simpático sobre Japón con el título "paella o sushi". El título original es distinto pero esto es otra historia.
El que vive en Toledo es D. José Antonio Armisen. También ha vivido 45 años en Jápón. Si le tiráis de la lengua también puede contaros historias divertidas e interesantes.
Un saludo reverencial desde Japón
SAMURAICOLCHONERO
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