El santo nombre de María

Cuenta la Sagrada Escritura que Dios nuestro Señor solía dar un nombre nuevo a los personajes que estaban llamados a cumplir una misión importante en la historia de la salvación. A Simón, por ejemplo, lo llamó Cefas, Piedra, porque sobre él iba a edificar su Iglesia. Sin embargo, a María, la más grande de todas las criaturas, la que estaba destinada a ser Madre de Dios, Jesús no quiso cambiarle el nombre. ¿Para qué? Yo tampoco cambiaría nunca el nombre de mi madre.

Hoy la Iglesia celebra y paladea esas cinco letras: "María"; el dulce nombre lo llama. Dicen que significa Señora, incluso Princesa, pero su sentido literal importa poco. María engrandece su nombre y lo hermosea, no al revés. "María" ahora significa Madre, Maestra, Virgen, Llena de Gracia, Inmaculada…

En María, cada piropo que inventemos se convierte en nombre, y cada nombre que le damos es un piropo: Guadalupe, Pilar, Carmen, Victoria, Amparo, Rocío, Begoña...

Jesús, en dos ocasiones, en Caná y en el Calvario, sólo la llamó “Mujer”, otras cinco letras que, desde entonces, suenan como una melodía nueva.

Leo que la fiesta de hoy nació en Cuenca en el siglo XVI y sólo un siglo más tarde el Romano Pontífice la extendió a la Iglesia universal.

¿Quién dijo que Cuenca no es importante?