martes, 16 de septiembre de 2008

Real Madrid 4, Numancia 3

Conste que no soy del Madrid, pero vivo muy cerquita del estadio


—No te empeñes, Kloster, que no lo cuento.

—¿Pero por qué?

—Porque luego dicen que me pasan demasiadas cosas, y creen que me lo invento todo.

—¿Quien cree eso?

—Hasta don Mario, ese cura italiano que me espía desde su blog. Y no es que me pasen más cosas que a los demás: es que provoco las anécdotas, me meto donde no me llaman y, como es lógico, siempre ocurre algo reseñable. Si además uno conserva cierto instinto literario...

—De acuerdo, colega; pero vamos a la cuestión: dinos qué te ocurrió el domingo junto al Bernabeu con un grupo de hinchas del Numancia.

—Nada.

—¿Nada? Te he visto rodeado de chicos, todos con la camiseta del Numancia, entre botellones de cerveza y trompetas aturdidoras. Y me ha dado la impresión de que te escuchaban muy atentamente.

—¿Y qué debe hacer un cura pacífico y relativamente venerable como yo, que camina por la calle, si oye que diez o doce críos en plena adolescencia y con una cogorza en fase inicial se ponen a vociferar los típicos cantos de iglesia y a decir pequeñas irreverencias para provocar?

—Nada, mi querido amigo. ¿No has oído hablar de la mansedumbre?

—Sí, es un problema que tienen muchas ganaderías de toros bravos...

—Hablo de la virtud de la mansedumbre.

—Esa presunta virtud no se aplica en este caso. Te voy a decir cuál es mi táctica habitual. Primero, pongo cara de tonto (no debo esforzarme mucho) y me dirijo a uno de ellos, sólo a uno para preguntarle algo que le desconcierte. Por ejemplo:

—Oye, chaval ¿sabes dónde se celebra la conferencia sobre el cambio climático?

El interpelado entonces responde:

—¿Eeehhh?

No falla. A estas alturas todos se habrán callado como muertos, y es el momento de dirigirse a los demás:

—Vosotros no sois de por aquí. ¿verdad?

—¡Somos de Soria!

—Ah, de Soria. Además veo que vais mucho a la iglesia, porque os sabéis más canciones religiosas que yo. Por cierto, desafináis bastante.

—El que va más es éste —y señalan al más pequeño—. Además es monaguillo.

Así más o menos empezó la cosa. Y no diré una palabra más, para que luego no entre Juanan y me diga que ya me he inventado otra historia. Puedo confirmar, eso sí, que uno de los chavales me cantó entera una de esas canciones y otro me dijo que tenía una tía monja. Desmiento rotundamente el rumor de que acepté un vaso de cerveza. Lo habría hecho, pero estaba caliente.

Por cierto, les dije que el Madrid les metería 4. Y acerté. Sobre los 3 que marcó el Numancia no pronostiqué nada.




5 comentarios:

Altea dijo...

Pues es buena tierra, Soria. Castellanos y pegando a Aragón, son nobles como pocos. Lo que pasa es que adolescencia, pandilla y "remoje" es mala mezcla.

Juanan dijo...

¡Pues sí que se inventa cosas! ¿Cuándo he dicho yo que alguna de sus anécdotas fuera falsa?

Anónimo dijo...

Pero en un cura, es una excelente mezcla ser pacífico, venerable y CERCANO, por no decir "que se mete donde no lo llaman", sobre todo si se mete con la juventud, que tantas veces los adultos los alejamos. ¡Felicidades Don Enrique por su juventud...y por sus pronósticos! Dios le bendiga.

Anónimo dijo...

Es que Don Enrique, un cura preguntando por el cambio climatico desconcierta bastante.... Le cuento una historia que me paso el Domingo: fuimos mis hijas y yo a "celebrar" el santo de Maria, una de ellas, comiendo unos sandwiches en la puerta del Wawa (tipo seven-eleven muy famosos en Pennsylvania y New Jersey, donde vivimos). Asi que en esas aparece un cura vestido de cura, americano por dentro y por fuera, y al vernos nos dice:"Dios te salve Maria,chenaesde grasiuas..." con un acentillo... Lo unico que se me ocurrio decir de vuelta fue:"el Señor es contigo"!
Ya ve que curas "meticones" los hay en todos lados.

Don Mario dijo...

Y es verdad que don Mario le espìa, aunque con retraso.

Ya ve, el otro dìa me pasò algo parecido: al pasar por la calle - en mi barrio y, lamentablemente, con prisa - un grupo de chicos desde lejos empezò a llamar "Prete! Prete!", que supongo serìa como "Cura, cura". Eran bachilleres que salìan de su primer dìa de colegio. Los miré preguntandome si los conocìa (no era imposible) y una chica se persignò, mientras los demàs saludaban vistosamente y muy alegres.

Y, sabe qué?, que como andaba ràpido, sòlo respondì al saludo y seguì andando. Tardé unos tres o cuatro segundos para darme cuenta de que huubiera sido divertido ir a conocer a estos chicos. Ya era tarde: dar la vuelta me parecìa ridìculo, y asì seguì andando... pensando en el anecdotòn que le hubiera salido a don Enrique si hubiese estado en mi lugar.