La foto está ampliada, desde luego
Me han invitado a una tertulia de sacerdotes de una diócesis que no es la mía. Conozco a la mayor parte de los asistentes, pero no los he visto quizá desde hace veinte o treinta años. Me pregunto si podré identificarlos después de tanto tiempo.
Nada más llegar al jardín, se me acerca uno con una sonrisa que le llena la cara.
―¡Estás como siempre, hecho un morrosko!
Abrazo con fuerza al embustero y le respondo con la misma moneda.
―Pues anda que tú… ¿Qué tienes? ¿50?
―¡Quita, quita…; 78…!
Entramos en la casa y allí están casi todos; tal vez quince o veinte. Faltan sólo los que se fueron al Cielo. Hay un jovencito, la mar de elegante con su clergyman negro, al que no conozco.
―Treinta y ocho tacos ―precisa―.
―O sea, un chaval…
―Sí, sí… ―interviene Juan―; un chaval, pero cualquier día le hacen obispo y nos mete en cintura.
Entre tazas de café, poleo y manzanilla, acompañadas por unas copas diminutas de pacharán, empiezo a contar historias a los curas. Están atentos, con los ojos muy abiertos, como si yo pudiese enseñarles algo que no sepan. Me voy fijando en los rostros de cada uno mientras trato de actualizar la imagen que aún conservo en la memoria. Es evidente que, si hubiesen elegido otro oficio, todos estarían jubilados. También los sacerdotes se jubilan, desde luego, pero un buen cura sigue siempre al pie del cañón mientras la salud se lo permita. Se necesitan muchos miles de horas de confesonario, de catequesis, de atención a los niños, a los viejos, a los enfermos… No hay paro, gracias a Dios, entre el clero.
Uno de los presentes celebra su 85 cumpleaños. En realidad los cumplió hace quince días, pero hasta hoy no ha podido celebrarlo; anduvo de médicos y hospitales. En su honor ha aparecido el pacharán, y en su honor algunos han compuesto apasionados poemas, demasiado serios para mi gusto, llenos de recuerdos del seminario. Uno toca la guitarra; pero está tan desafinada como las voces que corean la primera canción.
Yo los miro y remiro sin dejar de dar gracias a Dios. ¿Dónde se ha visto a un grupo de ancianos tan alegres? Son hombres de su tiempo, cultos, algunos con titulación universitaria. Veo a dos médicos, a un doctor en Derecho, a un filósofo… No son un rebañito de tontos ni una camarilla de ingenuos; viven en medio del mundo; soportan la crisis y los achaques de la edad. Algunos han probado la amargura del aislamiento, los insultos obscenos, la calumnia. Han sufrido por la Iglesia universal y por su pequeña iglesia de pueblo, y han vivido muchas vidas, desde el bautismo hasta la tumba, sin esperar nada a cambio. En sus rostros debería haber quedado una huella de amargura o de rencor; pero Dios les expropió su vida hace muchos años y eso se nota hasta en el cutis. Todos saborean ya un poco del ciento por uno que Jesús prometió a los que se le entregan por completo.
Hace un par de meses salió una encuesta llena de números y porcentajes en la que se aseguraba que los profesionales más felices son los sacerdotes. ¡Menudo descubrimiento!
Camino de casa, me digo que debería escribir algo sobre esta alegría de los curas, pero lo cierto es que no sé por dónde empezar. Dentro de un par de días volveré a charlar con los chichos que muy pronto acabarán el bachillerato y aspiran a ser empresarios, juristas, economistas de éxito. A más de uno le he dicho.
―Así que lo que tú quieres es forrarte…
―¡Claro! ―suelen contestar como quien dice una obviedad―.
Y más de una vez, con el descaro que dan los años, he respondido:
―¿Y por qué no te haces cura? No te forrarás pero es infinitamente más divertido.
Y entonces le cuento viejas historias; más o menos las mismas de siempre, que son las que sé contar; las de la tertulia de esta tarde. Claro que sin pacharán.
22 comentarios:
Don Enrique ¿y qué cara se les queda a los chavales cuando les pregunta por qué no se hacen curas? Seguro que a alguno no le pilla de nuevas.
Me ha emocionado.Con este artículo dan ganas de hacerse cura...aunque no se pueda.
Lucía
Que ha pasado con la entrada??? Ha desaparecido!
No sé por qué en mi ordenador no aparece su entradea, solamente los comentarios.
¿Acaso algún bicho raro o genio maligno está actuando?
¿Bicho? ¿Donde?
Hay un chavalin que cuando no está Isi y va con su madre a la iglesia ayuda a Misa, siempre pido por el para que acabe siendo sacerdote, no se se le ve muy metido en su trabajo, toca la campana con un entusiasmo y mira como el cura reparte la Comunión y al final se pone a la cola porque el también quiere hace dos años que hizo su Primera Comunión. Me alegro que puedan tener estos encuentros. Mañan me voy al pueblo me toca madre, rezar un poco por ella no es que le pase nada, son cosas de la edad. Adiosle.
La verdad que esta entrada me ha dado mucha alegria , aveces piensas que los curas algunos están solos y tristes , y sobre todo hay que agradecerles su fidelidad. Felicidades!!!!
Doy gracias a Dios por los sacerdotes¡¡¡
y si ademas son los mas felices,mucho mejor¡¡¡ Que el Señor premie su entrega¡¡
Recuerdo un vídeo de un cura anciano rezando el rosario, apoyado por muchos jóvenes; los de 50 razones para rezar el rosario, y me encanta y me emociona!
Los curas tienen que saber que hay muchísimos que los apoyan y con ellos están, aunque no se les vea.
Gracias D. Enrique
Totalmente de acuerdo con Pacita, esta entrada rebosa alegría.
¡Benditos sean los curas!
¡Y benditas sean sus madres!
Monse
Eso es la llenura de Dios, la que siempre deja un poso de alegría y paz a pesar de las dificultades y los sufrimientos de la vida.
Tb ami me ha emocionado la entrada, gracias D.Enrique por compartirnos estos momentos tan alegres .
Aunque si uno lo piensa, la verdadera felicidad esta en parecerse cada día mas a Xto., creo que el sacerdote es el que mas se parece, es mas, en el momento de la Santa Misa, es el mismo Xto.
Creo que es por eso que son los mas felices, alegre...
Rezare por todos ustedes, y por las nuevas vocaciones..
Me ha gustado muchísimo y como también estoy algo emocionada no voy a comentar mucho.
¡¡ Tanta Fidelidad junta !! Efectivamente hay que dar Gracias a Dios. Seguro que el "jovenzuelo" fue el que le miró y remiró a usted... jeje.
Seguiré rezando por usted y por todos los sacerdotes (incluidos los que habrán de llegar) a diario.
Por cierto su "osadía" no se para solo en adolescentes; cuando nos bendijo la casa, al curiosear Ignacio su Kit de cura, también le preguntó si quería ser sacerdote, y al responderle el muchacho con un ¡¡No!! sorprendido, usted le respondió: Ya veremos... (estábamos en la cocina que tanto le gusta, yo no daba crédito a la conversación jajajaja).
Para quitarse el sombrero. Los curas una gracia de Dios para los que estamos de camino, un consuelo para el alma.
Gracias por tanta entrega.
Muchos años de felicidad en la tierra y después toda la eternidad en el cielo.
Por favor Vila que nos entra envidia!!!!creo que a todos los que leemos el blog nos encantaría que D.Enrique pudiera pasarse por nuestras casas y (tambien tengo una gran cocina ) poder tener una conversación con los que tenemos en casa ,marido hijos adolescentes...... tuvimos un parroco que lo hacia y cuando venia a cenar parecia que nos cargaba las pilas! ya sabe seguro que hace tiempo que no visita a la Moreneta.....
Pacita, este buen cura me ha tenido que sufrir desde que tengo 12 años y unos cuantos disgustos le he dado en estos 30 años, así que si recibe alguna alegría por mi parte de vez en cuando creo que es de justicia, ¿verdad?.
Pero si lo único que yo pido es que venga a Cataluña de vez en cuando!!!!
Dice usted: "Dios les expropió su vida hace muchos años y eso se nota hasta en el cutis"...
Envidia me dan... ¿Cómo se deja uno expropiar, cómo se persevera en esa vida expropiada?
Por supuesto, es por lo del cutis...
Una entrada deliciosa, ésta...
Sólo compartile/s un sentimiento personal (¡podrían ser tantos!): cuando veo un sacerdote anciano que sigue fiel al ministerio, al pie del cañón, entusiasmado, lo que siento es una certeza tremenda en que no puedo estar equivocado en mi fe. Son piedras firmes que me marcan el camino y, sobre todo, que me aseguran y confirman que el Señor siempre está ahí, que es real, que sigue caminando...
Mi cura de cabecera tiene unas 'patas de gallo' alrededor de los ojos que quitan er sentío... Profundas, esculpidas, curtido por los años, por el trabajo, por los desvelos del Reino. Y cada vez que puedo recorrer los 300 kms. que nos separan y acudo a la eucaristia que celebra en su parroquia la fiesta grande de Pentecostés verle celebrar con más pasión y corazón que cuando le conocí hace ya casi 20 años me conmueve profundamente. Verle derramar lágrimas cuando consagra es una confirmación casi tan grande que me sale de dentro exclamar: "Tu es Petrus".
Y es que, mi buen Monasterio, son ustedes Petrus para todos nosotros
Si siempre lo digo, ¡que vivan los curas! pero, me quedo con una pequeñísima incógnita, ¿a ninguno se le subió el pacharán a la cabeza? jeje
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