viernes, 10 de mayo de 2019

Retratos de María (II)


Las manos
El primer retrato —"La adoración de los Reyes Magos"— es de Velázquez y se encuentra en el Museo del Prado. Dicen los expertos que lo pintó cuando era muy joven, y, aunque algún crítico se empeñe en encontrar "signos de inmadurez" en el lienzo, en mi opinión se trata de una de las obras cumbre de la juventud de Velázquez. 
Como es bien sabido, este gran maestro solía utilizar modelos reales para sus cuadros. En este caso resulta evidente que la imagen de la Virgen representa a una aldeana guapa ligeramente ruborizada ante la presencia de los Magos. No ha querido el artista idealizar a nuestra Madre pintando un cutis de porcelana y unas manos primorosas. San José, que la contempla extasiado, descubre la belleza de su Esposa, más señorial y auténtica que la de cualquier dama de la corte.
A mí me conmueven las manos. ¡Qué maravilla! Esas manos se han forjado en el trabajo. Son recias, acostumbradas a manejar la azada, a lavar la ropa en el arroyo, a amasar el pan de cada día, a trabajar en el horno y a trasportar ánforas de trigo o cántaros de agua.
Yo querría besar esas manos, embellecidas por el trajín diario, y dejarme sostener por ellas, como el Niño Jesús que, en las rodillas de María, observa el mundo con ojos de chico listo.


6 comentarios:

María Emilia dijo...

Manos de una verdadera madre! Que sean ejemplo de toda mujer, manos que dan amor y vida.
Hermosa! Y la de ayer que puedo decir

Antuán dijo...

¡Todo un detalle! Las manos; dicen mucho de la persona, trabajadas. Y como sostiene al Niño erguido con ese señorío. Delante de los grandes. ¿Que es un inmaduro? Pero se ve que conoce el percal. Estos hombres vienen con ropas de viaje y se postran ante el chavalin. Acabo de leer que Velázquez empezó a pintar a los 12 años. Yo a esa edad solo hacía los recortes de las habitaciones a mi madre que manejaba el rodillo porque si no lo salpicábamos todo. Las paredes de azul cielo o verde y ocre el comedor. Y por supuesto es la que más sabía de huerta porque se crió en un caserío. Mi padre con la mina ya tuvo bastante. Osea que manejaba la azada y nos enseñó a plantar. Gracias a eso teníamos para todo el año. Eso es una madre y más cosas. Cuando veníamos de la escuela, nos enseñó a decir. ¡Ave María purísima! y desde dentro contestaba: Sin pecado concebida. Toda una catequesis, no aprendió a leer pero se sabía muchas oraciones de oírlas. Esta es la que decimos al confesar nuestros pecados. ¡Bonito! Adiosle

Adaldrida dijo...

Me fascina lo de que José la contemple extasiado. Porque amar es contemplar extasiado siempre a la persona que se ama.

Fernando Q. dijo...

Rostro sereno para la ocasión: "aquí tenéis al Salvador del Mundo"

Isabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nico dijo...

- Papá, hoy en el colegio nos han dado a besar al niño Jesús.
- ¿Y dónde estaba el niño Jesús? le pregunté (pensando que me diría en la capilla o el oratorio)
- En los brazos de Don José Luis