Eugenio Nasarre publica hoy mismo en "Paginasdigital.es" el artículo que reproduzco a continuación.
Hay símbolos que lo dicen todo. Y hay diferencias que
también lo expresan todo. De Gaulle quiso sellar la reconciliación
franco-alemana, piedra angular de una Europa unida, de la manera más solemne
posible. Y propuso a Adenauer hacerlo en la catedral de Reims. Reims es la
historia de Europa. Allí fue coronado Ludovico Pío, el hijo del emperador
Carlomagno, y a partir de entonces los reyes de Francia. La catedral vivió los
avatares de la convulsa historia europea. Y fue víctima de su devastación en la
primera gran guerra del siglo XX. Pero sus ángeles sobrevivieron.
De Gaulle y Adenauer
sabían que el futuro de Europa, que querían construir juntos, sólo podía
hacerse con conciencia histórica. El domingo 8 de julio de 1962 los dos grandes estadistas entraban juntos en una catedral abarrotada, donde se celebró una
misa solemne, la misa de la reconciliación. El arzobispo Marty dijo en su
homilía: "la paz se engendra en el laboratorio del amor y los minerales de
este laboratorio son la justicia y la caridad". Las fotografías nos hacen
presente hoy las impresionantes imágenes de Adenauer y De Gaulle en dos
sitiales al pie del altar. La ceremonia tuvo una honda densidad religiosa. No
busquemos solamente la razón en que los dos estadistas eran católicos. Ambos intuían
que tal dimensión hacía a la
reconciliación más profunda, que respondía a la historia de Europa y que la
sociedad europea de entonces la veía y aceptaba con naturalidad. Las raíces
cristianas de Europa estaban vigentes.
Cincuenta años después Francois Hollande y Angela Merkel han
querido conmemorar aquel acontecimiento histórico. Y han hecho bien, porque, en
medio de las dificultades por las que atraviesa el proyecto europeo, merecía la
pena reavivar esa su piedra angular, de la que, en alguna manera, dependemos
todos los europeos. También este año el 8 de julio ha sido domingo. Pero la
ceremonia ha sido de naturaleza muy diferente. El cronista de Le Figaro señala
que "la dimensión religiosa ha sido reducida al mínimo". Apenas el
arzobispo Jordan, en una brevísima alocución, ha podido evocar la homilía de su
predecesor y ha subrayado la "dimensión sagrada" del compromiso de
aquellos "dos visionarios".
El grueso de la ceremonia se ha celebrado fuera del templo,
en el bellísimo pórtico de la catedral. Allí los dos mandatarios, Hollande y
Merkel, han renovado los compromisos de
hace cincuenta años y los han proyectado hacia el futuro. Pero, ¿el espíritu es
el mismo? Probablemente Plácid García-Planas exagera, en su excelente crónica
de La Vanguardia, cuando sardónicamente
dice "Hoy Charles De Gaulle milita en el racista Front National y
Konrad Adenauer se acaba de afiliar al partido euroescéptico Freie
Wähler". En vísperas del encuentro se ha producido un fenómeno
inquietante: la profanación de tumbas de soldados alemanes en un cementerio
militar de las Ardenas.
La distancia de la Europa de 1962 y la de cincuenta años
después se ha hecho muy elocuente en el acto de Reims. El "humus"
cristiano ya no está en el centro de un encuentro histórico con el sello de
algo tan hondo como es la reconciliación. El desplazamiento de la ceremonia de
dentro a fuera de la Catedral es el mejor signo de la secularización en la que
vive la Europa de hoy. La Catedral permanece erguida, imponente y bellísima.
Pero ya sólo sirve su pórtico como trasfondo de la Europa que hoy estamos
construyendo, ¿con qué cimientos, con qué raíces? Eso sí: el ángel de la
sonrisa nos sigue contemplando y acompañando.
2 comentarios:
CORECTO.....Como siempre ha dado usted en el clavo. HAY QUE EXIGIR QUE SE RECONOZCAN POR ESCRITO LAS RAICES CRISTIANAS DE EUROPA.
Como bien sabemos los cristianos, si no le ponemos a el en el centro, no llegarmos muy lejos. El ser humano en de fuerza limitada y nada duradera, continuamente se va corrompiendo por muy loable que fueran sus intenciones en el comienzo.
ENHORABUENA Don Enrique.
Don Enrique: No me explico cómo a pesar de la retina arrugada se arregla para mandarnos noticias tan bonitas. Y hasta cuenta su visita a un enfermo en Iturrama.
"Nulla dies sine pensar libre" o "Nulla dies sine libere cogitare".
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