jueves, 28 de mayo de 2009

Animales, plantas y humanos en Suiza

En scriptor.org se recogía el pasado 25 de mayo este artículo de Don Alejandro Navas, profesor de sociología de la Universidad de Navarra, que acababa de publicarse en "El Correo". Vale la pena leerlo; pero quiero hacer una salvedad: la pregunta con la que el profesor Navas concluye la última línea no puede ser pura retórica. Necesita una respuesta. Mañana por la mañana trataré de dar la mía.


Va usted a adquirir un perro? A partir de 2010 deberá asistir previamente a un curso teórico. Y luego deberá realizar un entrenamiento práctico junto con su perro a lo largo del primer año. En él aprenderá a conocer las necesidades y el comportamiento de su perro». Este texto forma parte del anuncio de una abogada suiza experta en derecho animal, que ofrece sus servicios a los futuros dueños de mascotas para asesorarles en la aplicación de la nueva ley protectora de animales.

Esa ley, redactada a final de 2005, se promulgó en septiembre de 2008 después de haber sido aprobada en el Parlamento y en el correspondiente referéndum popular, y comienza a aplicarse ahora. El trámite fue largo porque el asunto se trabajó a fondo, con rigor. El resultado es una reglamentación que a lo largo de más de cien páginas y de 226 artículos regula todos los aspectos imaginables de la vida de los animales domésticos, y eso que la ley se aplica en principio tan solo a los vertebrados (el Gobierno determinará a qué animales invertebrados se aplicará también, para lo que tendrá en cuenta las aportaciones de la ciencia sobre la capacidad sensible de estos animales). El objetivo de la ley, enunciado en su artículo primero, es bien sencillo: «proteger la dignidad y el bienestar de los animales». El texto legislativo constituye una expresión antológica del perfeccionismo que se atribuye al carácter suizo. Por ejemplo, de los animales que viven naturalmente en grupo habrá que tener en las casas al menos dos ejemplares, para reproducir con la máxima fidelidad posible sus circunstancias naturales. Se legislan por supuesto las condiciones materiales en que se alojarán los animales, pero también el modo en que deben ocupar el tiempo.

Aplicar esa ley va a suponer un notable esfuerzo, incluso para un pueblo tan disciplinado como el suizo. El Gobierno ha optado en primera instancia por la divulgación a través de campañas informativas, pero no descarta que la policía lleve a cabo en el futuro registros domiciliarios para asegurar su cumplimiento. No se trataría de una novedad, basta pensar en el régimen implantado en su día en la Ginebra calvinista. En este caso la policía investigaba, por ejemplo, si los ciudadanos tomaban dulce en la comida a pesar de la prohibición: el postre se consideraba una amenaza para el orden social puritano.

Pero la pasión reguladora de los suizos no se detiene en el mundo animal y llega también a las plantas. La Comisión Federal de Ética para la Biotecnología en el Ámbito Extrahumano ha establecido que esa dignidad también corresponde a las plantas: «dañarlas de modo arbitrario es moralmente inaceptable». Klaus Amman, antiguo director del Jardín Botánico de Berna y ahora emigrado a Holanda, donde ha encontrado mejores condiciones de trabajo, declaraba: «En Estados Unidos y en Australia, en Inglaterra y en Italia, los colegas se ríen de Suiza». En honor a la verdad hay que reconocer que también se han dado reacciones elogiosas. Peter Singer, por ejemplo, pionero del movimiento de liberación animal, estuvo en Berna poco después de la promulgación de la ley y la alabó como un ejemplo para el resto del mundo. Según afirmó, una vez conseguida la emancipación de los negros, las mujeres y los homosexuales, ha llegado la hora de la liberación animal.

Es admirable la fina sensibilidad ética que se percibe en esas iniciativas legislativas. Pero a uno le invade una sensación extraña cuando advierte que Suiza es a la vez el paraíso del suicidio asistido, donde el 'turismo de la muerte' atrae a 'clientes' de todo el mundo (eso sí, adinerados, que lo cortés no quita lo valiente y el negocio tiene sus exigencias irrenunciables). Está bien que el Gobierno se proponga paliar la soledad de las mascotas, pero ¿qué legislador se ocupa de los humanos entrados en años que aducen la soledad como motivo para pedir la muerte? ¿Cómo se explica que en tantos países el aprecio creciente por la vida animal o vegetal vaya unido al desprecio igualmente creciente por la vida humana?


7 comentarios:

lolo dijo...

¿Qué cómo se explica?

A lo mejor habría que leer la exposición de motivos de estas leyes... y de las otras.

Y calcular también lo que "nos da" un perrito, una planta o un viejo.
Se trata de saber lo que cuestan, y lo que nos dan.

Puro cálculo y puro egoismo.

Para ser positivo diré que Suiza es un precioso país.

Yomisma dijo...

El mundo al revés. Pero es que suiza es mucho suiza: mi amiga Carmina que vive alli desde hace un par de años, se quedó pasmada cuando a las 7-8 de la tarde se cerraban las persianas solas. Las de todo el edificio. Y a las 10 de la noche, ya no se podía hablar, ni dentro de casa! O sea: en suiza todo el mundo vive muy bien el tiempo de la noche.

Altea dijo...

Creo que, una vez desechados los iguales, el hombre (y la mujer, ejem) necesita volcar su afectividad en algo, y ahí entran los animales.
Toda esa normativa es una buena forma de que la gente no se empeñe en tener tantos bichos en casa y los vecinos podamos dormir sin escuchar aullidos ni ladridos nocturnos.

GAZTELU dijo...

Me adelanto a su respuesta por estar lejos de España y con una diferencia horaria de 6 horas,deseo y rezo para que mientras redacto estas lineas usted descanse como Dios manda.
El articulo de hoy sobre las mascotas me subleva..en casa hay perro desde hace un año,propiedad de mi marido y mis hijos, es una belleza y un conquistador nato,conmigo intenta la seduccion propia de un noviazgo todos los dias.No lo soporto pero me enamora ver su perseverancia a la hora de la conquista con la jefa de la casa;hasta aqui correcto pero señores seamos serios dediquemos por lo menos los mismos esfuerzos a la hora de legislar con mascotas y plantas que con los SERES VIVOS de nuestra ministra,estoy segura de que habria menos abortos een nuestro pais.
Estoy deseando leer su respuesta a tanto desproposito....
GRACIAS

Isa dijo...

¿Qué nos está pasando? estamos perdiendo la cabeza, ¡esto es el mundo al revés!
Cuidan más a los "seres vivos" que a los "seres humanos"; una vergüenza y una aberración.
No sé qué más decir, me quedo muerta y apenada...

Pierre Nodoyuna dijo...

Gaztelu, cualquier día nos prohiben comer carne de ternera,... pobres animalitos!

Anónimo dijo...

Tenemos una sociedad que nos dice que el amor con mayúsculas no existe, que el amor es light, de usar y tirar. Y claro ese amor tan pobre sólo lo podemos dar a los animales, porque las personas necesitan el AMOR CON MAYÚSCULAS porque si no enferman. Como somos incapaces, o por lo menos eso nos dicen, no queremos conflictos, no queremos enfermos y buscamos que puedan responder a ese amor tan pobre y que no causen conflicto, y el perrito con darle de comer y sacarlo a pasear y hacerle alguna carantoña se convierte en la alegría de la casa.