Regreso a Madrid desde Bilbao, cansado de tanto sol y tanta autopista, cuando aparece al fondo la Sierra de Guadarrama. Conozco bien ese perfil. Creo que sería capaz de cerrar los ojos y dibujar de memoria el contorno de las montañas, vistas desde la “Nacional I”, en la ladera norte. Muchas veces, al contemplarlas, he querido ser pintor para guardar en un lienzo todos los colores con que se visten estas cumbres a lo largo del año. Las he visto anochecidas, en un juego magistral de rojos y violetas; y muy de mañana, cuando despiertan las aves rapaces y el aire se tiñe de un rosa que azulea en lo alto. He disfrutado con el espectáculo de luz y sonido de las tormentas al final del verano, que dejan harapos de nubes negras, derrotadas sobre un fondo de fuego; y también con la nieve, que llega a veces por sorpresa. Hoy sin embargo la Sierra estrena un vestido nuevo, inédito para mí. Se ha envuelto en un ropaje de plata antigua.
Debo estar atento a la carretera y no distraerme con las aves ni con los colores del paisaje, en el que, por fin, ha roto la primavera. Me gustaría hacer un alto y pasear por el campo con los prismáticos al cuello, pero la Dirección General de Tráfico y el Ministerio de Fomento nos lo pone difícil: en las carreteras hay que rodar y rodar, correr sin detenerse, salvo en unas áreas concretas abarrotadas de viajeros despeinados y sudorosos.
¿Por qué no puedo parar ahora, cuando el sol se espeja en la plata de la sierra y me deslumbra? Es plata vieja, sí, pero aún es capaz de cegar al viajero.
La nieve del invierno es tan blanca que parece pecado tocarla. La nieve de este verano es diferente incluso de lejos. Se ha acorazado el monte con una armadura gastada por cien batallas. Tiene trazos oscuros y se adivina algún bosque que emerge verde, con hojas nuevas.
Me digo que debo describir este paisaje, pero comprendo que no soy capaz. Empiezo a rezar el Rosario. Es fácil no distraerse en la autopista. Los Misterios de hoy son gloriosos, como este paisaje que también recita a su manera el himno de la Gloria de Dios.
No me llaméis "blog". Soy un globo que vuela a su aire, se renueva cada día y admite toda clase de pasajeros con tal que sean respetuosos y educados, y cuiden la ortografía. Me pilota desde hace algunos años un cura que trata de escribir con sentido sobrenatural, con sentido común y a veces con sentido del humor.
domingo, 3 de mayo de 2009
Montañas de plata vieja
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8 comentarios:
Pues para ser incapaz de describir el paisaje lo ha descrito muy bien y que, sin es pintor de lienzos sí lo es de palabras.Gracias.
D. Enrique, enlazamos algún artículo en el blog del concierto (o el desconcierto arbitrario)
Un saludo
Don Enrique, lo que usted necesita es un chófer!
Para poder escribir en el blog desde el coche.
¿A qué llama usted descripción entonces? nos lo ha descrito de una manera bellísima.
¡Gracias!
Sí. Es terrible no poder pararse en las autopistas. Una vez me encontré con un arcoiris que describía un arco casi de medio punto y con unos colores intensísimos. Me habría gustado poder parar y poder mirarlo a gusto. No nos dejan... como tantísimas cosas que no nos dejan hacer. En ocasiones he pensado en simular avería y estrenar el chaleco "hiperreflectante", pero el temor a tener una "avería" de verdad me ha impedido hacerlo.
No tenemos suficiente con luchar contra nuestros propios temores para que nos añadan los ajenos contra los que no debemos luchar.
Suerte que la primavera siempre vuelve. Y ni la Dirección Gral. de Tráfico ni el Gobierno de España pueden con ella.
¿Cómo ha sacado la foto?...
La foto es de otra carretera y de otra ocasión...
Ah, pues yo me paro en la carretera infinidad de veces. E hice una foto a un arco iris un dia de lluvia delante de un coche de policia, pero es que era inevitable: nos paramos bastantes coches y...elije a quien multas.
Debe ser que en EEUU no tenemos tanto miedo a los policias, o las multas no son tan gordas.
¿No es una maravilla no poder dejar de contar las cosas con tanta belleza?. Da igual un paisaje que una calle perdida de Madrid. Le envidio y disfruto leyendo sus entradas. Unos nacen con estrella y otros nacemos estrellados. Que vamos a hacerle.
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