jueves, 7 de mayo de 2009

Un caso de coherencia intelectual y moral


Mary Ann Glendon planta a Notre Dame y a Obama
El doctorado "honoris causa" que la Universidad de Notre Dame ha concedido a Barack Obama se está convirtiendo en un quebradero de cabeza para esta universidad católica. No solo ha sido criticada por muchos católicos que consideran que no se debe dar honores a un político partidario del aborto y de la investigación con células madre embrionarias. Ahora, la otra personalidad invitada a la ceremonia, la profesora Mary Ann Glendon, ha renunciado a la distinción que se le iba a conceder, la "Laetare Medal", para no avalar la postura de la Universidad.

Notre Dame, la universidad católica más importante del país, decidió invitar a Barack Obama a pronunciar el discurso de la ceremonia de graduación el próximo 17 de mayo y le concedió un doctorado honoris causa. El rector, el Rev. John I. Jenkins, alegó que otros presidentes habían sido también invitados anteriormente, y que lo que se quería honrar en Barack Obama es su histórica elección y su ambicioso programa social de lucha contra la pobreza, la cobertura sanitaria, la ruptura de las barreras de raza... Eso no implicaba que estuvieran de acuerdo con todas sus posturas, en particular en lo referente a la defensa de la vida.

Pero esta explicación no evitó que surgieran muchas críticas, tanto por parte de obispos como de líderes católicos y simples fieles. No en vano una de las primeras medidas que tomó Obama fue el levantamiento del veto a la financiación federal para organizaciones que promueven el aborto en el extranjero, medida que, según encuesta Gallup, solo ha sido apoyada por el 35% de los estadounidenses. Y poco después autorizaba también la financiación federal de investigaciones con células madre embrionarias, que suponen la destrucción de embriones humanos, y que, a diferencia de las células madre adultas, no han dado pruebas todavía de curar nada.

En el mismo acto estaba previsto –desde diciembre de 2008– entregar la "Laetare Medal" de Notre Dame a la célebre jurista Mary Ann Glendon, profesora de Harvard, ex embajadora de EE.UU. ante la Santa Sede durante la Administración Bush y presidenta de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales. Glendon había recibido ya el doctorado honoris causa por Notre Dame en 1996. La Laetare Medal es un prestigioso galardón.

Pero el 27 de abril la ceremonia de graduación de Notre Dame sufrió otra conmoción: Mary Ann Glendon renunciaba a la Laetare Medal. En una carta al rector de Notre Dame, John Jenkins, religioso de la Congregación de la Santa Cruz, explicaba sus motivos.

En primer lugar, recordaba al rector que los obispos habían pedido en 2004 a las instituciones católicas que “no concedieran honores a aquellos que actúan sin respetar nuestros principios morales fundamentales”, y que a tales personas “no se les deberían conceder premios, honores o plataformas que pudieran sugerir un apoyo a sus acciones”.

“Esta petición –apostilla Glendon–, que en modo alguno implica un control o interferencia con la libertad de una institución para invitar y debatir con quien quiera, me parece tan razonable que no entiendo cómo una universidad católica puede no respetarla”. Esta observación, proveniente de una profesora que ha enseñado en universidades tan seculares como Harvard, no puede despacharse invocando sin más la libertad académica.

La segunda cosa que molestó a Mary Ann Glendon fue que, en unas directrices escritas dadas por la universidad para que su consejo de patronos respondiera a las críticas por la distinción ofrecida a Obama, se diera a entender que el discurso de la jurista serviría como contrapeso para buscar un equilibrio en el acto académico. Glendon piensa que una ceremonia de graduación debe ser un día alegre para los alumnos y sus familias. Por eso, dice, no es el lugar oportuno para tratar el grave problema que suscita la decisión de Notre Dame de “conceder honores a un destacado e inflexible oponente a la postura de la Iglesia en cuestiones que tienen que ver con principios fundamentales de justicia”.

Por último, la jurista menciona que, ante noticias de que otras escuelas católicas podrían también hacer caso omiso de las directrices episcopales, “me preocupa –dice– que el ejemplo de Notre Dame pueda tener un desafortunado ejemplo expansivo”.

Por todo lo cual, Mary Ann Glendon renuncia a la Laetare Medal y a participar en la ceremonia de graduación.

La Casa Blanca ha lamentado la decisión de Mary Ann Glendon, pero ha dicho que el presidente mantiene su compromiso de dar un discurso “respetuoso e inclusivo” en la ceremonia de graduación. Obama se siente honrado por “contar con el apoyo de gentes de todas las creencias religiosas”, aunque no espera que todos estén de acuerdo con él en todo, pues “el espíritu de debate y de sano desacuerdo en temas importantes es parte de lo que le gusta de este país”.

(de Aceprensa)

6 comentarios:

Marite dijo...

Felicidades a Mary Ann Glendon al renunciar a la Laetare Medal y a participar en la ceremonia de graduación. Hay una gran incongruencia en la invitacion al presidente -dadas sus acciones de no respetar la vida desde sus inicios- y lo que se supone debiera promover la Universidad. Es mucho mayor el reconocimiento que obtiene Mary Ann al rechazar la medalla que al recibirla.
Saludos

Altea dijo...

Mujer de una pieza, sí señor.

GAZTELU dijo...

Felicidades a MARY ANN GLENDON...
Otra "DAMA DE HIERRO",no hay mejor almohada que una conciencia tranquila.
GRACIAS

Bernardo dijo...

Obama no cae en la cuenta de que hay derechos más fundamentales que otros. Derechos sin los cuales ninguno de los demás tiene sentido.

El primero de ellos es el derecho a la vida de todo ser humano. Y su política atenta frontalmente contra ella.

¿Cómo puede cualquiera aceptar discursos morales -y el discurso de graduación tiene un marcado contenido moral- de alguien que utiliza el poder material de que dispone para negar el derecho más fundamental de todos?

Vamos, ni Notre Dame, ni Harvard, ni nadie con un mínimo de honradez intelectual.

Isa dijo...

Enhorabuena a la profesora Mary Ann Glendon.
Alabo su valentía, su coherencia y su fortaleza.
Qué pena que no hayan rectificado en la universidad, me parece vergonzoso.

Viator iens dijo...

Qué vergüenza torera, qué claridad. En un asunto de tanta gravedad como el aborto no valen las posturas ambiguas y algunas personas lo tienen claro.

Cierto que la verdad no se puede predicar a palos, pero tampoco será caso tenerla siempre medio oculta bajo el tolerante capote de un malentendido respeto a todas las opiniones. ¿No será esa transigente cordialidad de muchos puro miedo, simple deseo de no desagradar, de ser aceptados siempre por todos?

Lo del espíritu estadounidense de amor al debate está muy bien. Cosa distinta, como comprende finamente Doña Mary Ann, es torear al alimón, por colleras, con quien no está en la verdad de la lidia. Los equidistantes: ¡qué plaga de nuestro tiempo!

Muchos hombres -hasta los que tengan apellido de piloto de Fórmula Uno- podríamos aprender de esta mujer, laica, buena y valiente. ¡Ole, la Glendon!