Oigo
por la radio una sorprendente entrevista con un “escuchador profesional” que anda
por las calles de Madrid. A juzgar por su acento, se trata de un
hispanoamericano, quizá de Colombia o Venezuela, hombre amable y educado, que
sólo pide una propina a cambio de sus servicios.
“Se
ofrece escuchador profesional―reza el cartel que lleva siempre consigo―. Cuéntame
todo aquello que necesites, te escucho sin interrupciones y no doy consejos
salvo que me lo pidas. Solo cobro lo que me quieras pagar”.
No
es nueva la profesión de escuchador. En Japón existe desde hace más de diez
años. A pesar del bullicio de los 30 millones de personas que se arremolinan en
el área metropolitana de Tokio, la soledad del tokiota va en aumento e hizo
surgir este nuevo oficio para el que no se requiere una cualificación académica
específica. Basta con que uno esté dispuesto a oír con sincero interés lo que
otro tenga que decir.
Dentro
de media hora saldré de casa camino de la Iglesia del Cristo de Ayala. Me meteré
en un confesonario y esperaré la llegada de la clientela. Llevo un libro de
teología por si queda un hueco entre penitente y penitente, pero lo más
probable es que lea poco.
Yo
soy algo más que un escuchador profesional, pero es cierto que hay cada vez más
personas solas que necesitan desahogarse y hablar de sus problemas concretos a
un oyente atento y cariñoso.
Cada
día entiendo menos a esos que rechazan la confesión personal, de uno en uno, como lo dispone la Iglesia, y
tratan de sustituirla por una ceremonia colectiva y descafeinada. Los médicos
no trabajan así; no sortean recetas ni las lanzan a voleo para que cada uno
coja la que más le conviene. También ellos son escuchadores profesionales, como
yo mismo.
Claro
que los sacerdotes, además, perdonamos en nombre de Jesucristo. Y ni siquiera
pedimos propina.
11 comentarios:
me permito rematarlo con un...¡Gracias por sus servicios!... me consta que a veces no los valoramos bastante...
Sinceramente, yo jamás me confesaría para que alguien me escuchara. Es más, a veces rogaría que el sacerdote estuviera sordo, pero yo voy a encontrarme con Dios. Por eso voy. Me da escalofríos eso del escuchador profesional. Me parece horrible y muy triste
Es verdad. Anónima se confesó ayer y lo pensaba... que además del perdón de Cristo se recibe ánimo, consuelo y no sé cuántas cosas más... y gratis. Cuesta un poco entrar a confesarse, pero se sale siempre con una alegría que no es normal.
Es triste pero cierto, muchos necesitamos un escuchador profesional, andamos cargando una soledad innecesaria porque estoy segura que siempre tenemos a alguien que este cerca de nosotros y que nos quiera escuchar, sólo tenemos que acercarnos a esa persona.
Por otro lado me da tristeza este amigo colombiano o venezolano, que vende su escucha para ganarse un par de centavos, me duele pensar en qué situación puede estar él y muchos más. Hoy oraré por todos ellos.
Hace tiempo me di cuenta de que hay muchas personas cerca de mí, que necesitan de alguien que les escuche. Desde entonces procuro escuchar más que hablar -lo cual a veces es harto difícil, jeje-.
También descubrí -esto hace relativamente poco- que en el confesonario recibes mucha más ayuda si, además de acusarte de tus pecados, abres el alma de par en par (algo que, por cierto, cuesta mucho más).
Jesús enseñaba con la palabra y su misma vida, pero escuchaba, ante todo escuchaba. Y de esa manera sanaba cuerpos y almas. Almudena, no está reñido acudir a encontrarse con Dios y "desahogarse con el cura", sobre todo si pensamos que Él mismo lo ha querido así, a través de un sacerdote. Una de mis hijas lo entendió muy bien cuando me dijo al salir del confesonario una de las primeras veces, con apenas 6 años: "mamá, es verdad, es como hablar con Jesús!!"
¿Qué sería la vida sin esos "escuchadores profesionales"? Dios los bendiga, porque gracias a ellos nos despojamos de esas cargas que día a día acumulamos.
Feliz cumpleaños don Enrique!
Efectivamente, no piden propina, pero tienen nuestro agradecimiento y nuestro cariño.
Muchas felicidades!!!!!! que Dúos lo siga bendiciendo.
Don Enrique, estoy en El Escorial, haciendo de abuela y tengo poco tiempo para echarle un vistazo a su globo ,pero cuando puedo me pego el atracón .
Me acordare de usted en Misa.
Que tenga un día estiupendio y descanse un poco.
¡Feliz, feliz en su día. Don Enrique que Dios le bendiga, que reine la paz en su día y que cumpla muchos maaás!
Gracias por su escucha cotidiana.
¡toma ya!. Buenisímo.
Muy cierto. Hace tanta falta escuchar mas y hablar menos.
Sobre la confesión estoy 100 por ciento de acuerdo con usted. Es mas si todo el mundo se acercara al sacramento de la reconciliación no harían faltas los psicólogos.
Publicar un comentario