No es lo mismo, pero el pico picapinos también picotea
¿Qué hace un cura como yo en Madrid cuando ya han terminado las clases en los colegios y buena parte de las labores se han trasladado a la Sierra o a la Costa?
Elemental, mi querido Kloster, ir de la Ceca a la Meca picoteando en nidos ajenos durante todo el día. Resulta que, en verano, el número de sacerdotes también disminuye de forma drástica, ya que muchos atienden convivencias, campamentos y cursos de formación para jóvenes y viejos. A mí me tocará ausentarme el mes próximo, pero hasta entonces uno va poniendo parches y sustituyendo a otros colegas por toda la ciudad.
Gracias a Dios, el tráfico es más fluido y se va generalizando el aire acondicionado hasta en los confesonarios; pero aún así uno llega a casa por la noche un tanto acalorado y confuso.
Son las once de la noche y hago un breve repaso del día: un retiro a 40 mujeres en el viejo local del Colegio Besana, una visita a una chiquilla de 99 años, un par de horas de confesonario y una charla larga y profunda con un hombre que está demasiado triste... La verdad, tampoco es para tanto. Termino dando gracias a Dios porque ser cura es estupendo.
Como me han regalado un dvd con la final de la eurocopa, me recreo un rato repasando los goles.
1 comentario:
Por circunstancias que no vienen al caso .me dá una alegria inmensa cuando habla así del sacerdocio y pido por todos los curas .por su fidelidad
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