domingo, 28 de agosto de 2011

Diario apresurado de la boda de Laura y Miguel Ángel


Así aparecían muchos campos de La Mancha, camino de Madridejos
Llegué a Madridejos a las 12 en punto, un minuto antes de lo que habían pronosticado Google y el GPS. Me presente en casa de José María para dejar constancia de que ya estaba en el pueblo y me dispuse a dar un paseo antes de ir a la iglesia.
En la plaza del Ayuntamiento había más de cincuenta ancianos tomando la fresca en silencio absoluto. Todos alzaron la cabeza a mi paso como girasoles ante la presencia del sol.
―¡Buenos días!
―¡Buenos días! ―respondieron en perfecta sincronía―.
―¿Pueden decirme dónde está la Iglesia del Salvador?
Aquí la respuesta fue menos acorde, pero suficiente para no perderme.
―Es que tengo una boda.
―Sí ―respondió uno―; la de Laura.
―Eso, la de Laura.
El párroco resultó llamarse don Leo, y es un sacerdote amable y cariñoso, que me recibió con todos los honores. El sacristán se llama Pedro.
―Antes estaba Alejandro ―me contó otro viejecito a la salida―; pero se murió de un “farto de corazón” y nos ha hecho la puñeta.
Además estaba Carlos, un chaval de 12 años que ejerce de monaguillo con insólita competencia. Cuando vio que me ponía una casulla blanca para la boda, me detuvo en seco.
―Para las fiestas hay otra más elegante. Pesa más, pero es mejor.
Y fue a buscarla a otra habitación. A continuación se puso un alba que le venía a medida.
―Me parece que tú estás pensando ser sacerdote…
―Eso dice mi hermana; pero no sé. Yo quiero hacer empresariales para trabajar en la empresa de mi tío.
―¿Te gusta ser monaguillo?
―Mucho.
―Y de notas…
―Bastante bien.
Durante toda la ceremonia Carlos demostró ser un auténtico lince, rápido preciso y eficaz. Al terminar, se le veía con ganas de hablar.
―¿Usted está contento de ser cura?
―Por supuesto.
Laura no tuvo que esforzarse mucho para estar guapa. Tampoco su hermana, que lucía un vestido rosa largo y majestuoso. El novio llevaba una rosa blanca en la solapa. La madrina estrenaba cara de novia y el padrino, de resignación.
En la homilía les conté un cuento, y como vi que la gente estaba atenta, me alargué un poco más de lo previsto.
A las dos de la tarde nos hicieron una foto que aún no he recibido.  

11 comentarios:

Cordelia dijo...

a) Afortunado Carlos
b) A la espera del cuento y la homilía
c) ¿Veremos la foto?

Enrique Monasterio dijo...

Espera sentada, Cordelia

Papathoma dijo...

Pobre Cordelia, ha sido ud. un poco seco...

Añado a Carlos a mi lista especial de "monaguillos candidatos a ser curas". Ninguno de ellos lo sabe, pero rezo por ellos todos los días.

Y me sentaré al lado de Cordelia a esperar...en mi caso, solo el cuento (es deformación profesional, soy bibliotecaria).

Cordelia dijo...

¿Ni siquiera el cuento?

Heteroayuda dijo...

Lo que Dios ha unido...

Miriam dijo...

Yo también me siento a esperar el cuento. Me encantan los cuentos¡¡¡

Almudena dijo...

Que sí, que si no puede ser la foto, al menos tiene que ser el cuento

Antuán dijo...

Y dale con el cuento: Que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre. for ever. En mi pueblo tambien hay un chavalin que lo borda en la procesión del Corpus con su vestidura blanca era el que llevaba los carboncillos y el incienso además de Isi que ya es una institución y toca a difuntos, vbamos que le avisan a el antes que a el cura y pone el cartel del susodicho Q.P.D. Adiosle

Vila dijo...

Me suena mucho eso de que se alargue en la homilía/cuento en las bodas. En la nuestra nos contó el cuento de un rey que buscaba incansablemente el Paraíso.
No sé si habrá elegido el mismo, pero sería estupendo que nos lo relatase aquí en el globo para todos. (y así tenemos otra entrada más para otro nuevo libro).
¿Cuela D.Henry?

Dentro de poco hacemos ya 18 años... y parece que fue ayer.

Vila de nuevo dijo...

Ahhhh, y felicidades al recién matrimonio!!

Clara dijo...

Rezaremos por el nuevo matrimonio. Y por Carlos, y los carlos que anden por el mundo a estas horas. Me encanta su respuesta. Ni aspavientos horrorizados ni síes de peloteo...

Pues que sea lo que Dios quiera.