martes, 30 de agosto de 2011

La fiesta y la cruzada


 Un artículo sobre la JMJ, de Mario Vargas Llosa

  • Tampoco soy fan de Vargas Llosa a pesar de su premio Nobel de literatura. Me parece un excelente narrador, pero le gusta demasiado ensuciar su pluma en ambientes sórdidos y degradados. Traigo aquí este artículo porque me he llevado una doble sorpresa: cuesta creer que sea de Vargas Llosa y que se haya publicado el "El País" *, un diario que milita en el laicismo más radical.

Bonito espectáculo el de Madrid invadido por cientos de miles de jóvenes procedentes de los cinco continentes para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud que presidió Benedicto XVI y que convirtió a la capital española por varios días en una multitudinaria Torre de Babel. Todas las razas, lenguas, culturas, tradiciones, se mezclaban en una gigantesca fiesta de muchachas y muchachos adolescentes, estudiantes, jóvenes profesionales venidos de todos los rincones del mundo a cantar, bailar, rezar y proclamar su adhesión a la Iglesia católica y su "adicción" al Papa ("Somos adictos a Benedicto" fue uno de los estribillos más coreados).
Salvo el millar de personas que, en el aeródromo de Cuatro Vientos, sufrieron desmayos por culpa del despiadado calor y debieron ser atendidas, no hubo accidentes ni mayores problemas. Todo transcurrió en paz, alegría y convivencia simpática. Los madrileños tomaron con espíritu deportivo las molestias que causaron las gigantescas concentraciones que paralizaron Cibeles, la Gran Vía, Alcalá, la Puerta del Sol, la Plaza de España y la Plaza de Oriente, y las pequeñas manifestaciones de laicos, anarquistas, ateos y católicos insumisos contra el Papa provocaron incidentes menores, aunque algunos grotescos, como el grupo de energúmenos al que se vio arrojando condones a unas niñas que, animadas por lo que Rubén Darío llamaba "un blanco horror de Belcebú", rezaban el rosario con los ojos cerrados.
Hay dos lecturas posibles de este acontecimiento, que EL PAÍS ha llamado "la mayor concentración de católicos en la historia de España". La primera ve en él un festival más de superficie que de entraña religiosa, en el que jóvenes de medio mundo han aprovechado la ocasión para viajar, hacer turismo, divertirse, conocer gente, vivir alguna aventura, la experiencia intensa pero pasajera de unas vacaciones de verano. La segunda la interpreta como un rotundo mentís a las predicciones de una retracción del catolicismo en el mundo de hoy, la prueba de que la Iglesia de Cristo mantiene su pujanza y su vitalidad, de que la nave de San Pedro sortea sin peligro las tempestades que quisieran hundirla.
Una de estas tempestades tiene como escenario a España, donde Roma y el gobierno de Rodríguez Zapatero han tenido varios encontrones en los últimos años y mantienen una tensa relación. Por eso, no es casual que Benedicto XVI haya venido ya varias veces a este país, y dos de ellas durante su pontificado. Porque resulta que la "católica España" ya no lo es tanto como lo era. Las estadísticas son bastante explícitas. En julio del año pasado, un 80% de los españoles se declaraba católico; un año después, solo 70%. Entre los jóvenes, 51% dicen serlo, pero solo 12% aseguran practicar su religión de manera consecuente, en tanto que el resto lo hace solo de manera esporádica y social (bodas, bautizos, etcétera). Las críticas de los jóvenes creyentes -practicantes o no- a la Iglesia se centran, sobre todo, en la oposición de ésta al uso de anticonceptivos y a la píldora del día siguiente, a la ordenación de mujeres, al aborto, al homosexualismo.
Mi impresión es que estas cifras no han sido manipuladas, que ellas reflejan una realidad que, porcentajes más o menos, desborda lo español y es indicativo de lo que pasa también con el catolicismo en el resto del mundo. Ahora bien, desde mi punto de vista esta paulatina declinación del número de fieles de la Iglesia católica, en vez de ser un síntoma de su inevitable ruina y extinción es, más bien, fermento de la vitalidad y energía que lo que queda de ella -decenas de millones de personas- ha venido mostrando, sobre todo bajo los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI.
Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agitador de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes). Su trayectoria es bastante curiosa. Fue, en su juventud, un partidario de la modernización de la Iglesia y colaboró con el reformista Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII.
Pero, luego, se movió hacia las posiciones conservadoras de Juan Pablo II, en las que ha perseverado hasta hoy. Probablemente, la razón de ello sea la sospecha o convicción de que, si continuaba haciendo las concesiones que le pedían los fieles, pastores y teólogos progresistas, la Iglesia terminaría por desintegrarse desde adentro, por convertirse en una comunidad caótica, desbrujulada, a causa de las luchas intestinas y las querellas sectarias. El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas.
¿Es esto bueno o malo para la cultura de la libertad? Mientras el Estado sea laico y mantenga su independencia frente a todas las iglesias, a las que, claro está, debe respetar y permitir que actúen libremente, es bueno, porque una sociedad democrática no puede combatir eficazmente a sus enemigos -empezando por la corrupción- si sus instituciones no están firmemente respaldadas por valores éticos, si una rica vida espiritual no florece en su seno como un antídoto permanente a las fuerzas destructivas, disociadoras y anárquicas que suelen guiar la conducta individual cuando el ser humano se siente libre de toda responsabilidad.
Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales.
La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías, marginales al gran público. La mayoría de seres humanos solo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos, la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia, han conseguido justificar racionalmente. Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Mientras no tome el poder político y este sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática.
Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos. 
* "El País". 28 de VIII. 2011

29 comentarios:

Almudena dijo...

Bonito artículo. Vargas Llosa es colaborador habitual de El País. Lo que quizá no esperaban es que él pensara así en este tema, pero así son las cosas...
Es un pelín largo, pero le transcribo aquí algo que escribió Josef Ratzinger hace algunos años y que también a mí me llamó la atención:
"Después de las actuales crisis, la Iglesia que surgirá mañana tendrá que ser despojada de muchas cosas que ahora todavía mantiene. Será una Iglesia más bien pequeña. Y tendrá que recomenzar, como lo hizo en sus principios. Ya no tendrá condiciones de llenar los edificios que han sido construídos en sus periodos de gran esplendor.
Con un número menor de seguidores, perderá muchos de los privilegios que ha acumulado en la sociedad. Al contrario de lo que viene aconteciendo hasta el presente momento, ella surgirá mucho más como una comunidad de libre opción... Siendo entonces una Iglesia menor, vá a exigir una mayor participación y creatividad de cada uno de sus miembros.
Ciertamente aprobará formas nuevas de ministerio, convocará al presbiterio a cristianos probados que ejercen simultáneamente otras profesiones... Todo esto vá a tornarla más pobre; será una Iglesia de gente común. Claro está que todo eso no va a acontecer de un momento a otro. Va a ser un proceso lento y doloroso"

Vila dijo...

Parece D.Enrique que la JMJ y todo lo que significa ha puesto a "pensar por libre" a unos cuantos intelectuales y cabezas pensantes de reconocido prestigio de este país en el que vivimos, ¿verdad?. Es curioso

Bueno, todo es empezar...

Enrique dijo...

Muy chocante la cita de Josef Ratzinger. No sabemos si profética. Seguro que cuando la escribió estaba lejos de imaginar que un dia sería Papa de esa Iglesia, que es "más bien grande".

Lulú dijo...

Muchas gracias por publicarlo en su globo, D. Enrique, lo compartiré entre mis amistades.

saludos,

María

Anónimo dijo...

"Mientras no tome el poder político y este sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática.
Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos"

Perdone, Don Enrique pero este texto es laico sin reservas, habla de la independencia del poder político frente al religioso y de la neutralidad que el estado debe mantener frente al clero. Además el final es una clara ironía, fíjese en el verbo utilizado: "Dios PARECÍA existir, el catolicismo (PARECÍA) ser la única religión verdadera..."

Y "la marcha de la mano como chicos buenos hacia el reino de los cielos" tiene unas connotaciones hasta ácidas... en fin, me ha parecido muy benevolente su lectura. A mí no me ha extrañado que la publique El País

Anónimo dijo...

Y fíjese también en el principio..."Bonito ESPECTÁCULO" Si se agudiza la lectura se observa un gran sarcasmo en las palabras de Vargas LLosa.El artículo ha sido muy inteligentemente escrito para dotar al texto de una gran ambigüedad. No es tan benévola la intención de Vargas LLosa.

yomisma dijo...

Toma castaña! Me uno al siguiente parrafo:
"...una sociedad democrática no puede combatir eficazmente a sus enemigos -empezando por la corrupción- si sus instituciones no están firmemente respaldadas por valores éticos, si una rica vida espiritual no florece en su seno como un antídoto permanente a las fuerzas destructivas, disociadoras y anárquicas que suelen guiar la conducta individual cuando el ser humano se siente libre de toda responsabilidad."

yomisma dijo...

Ah, Almudena, me dejas los pelos de punta.

Cristina v dijo...

Yo tampoco soy fan de Vargas Llosa , pero me quedo con la descripción que hace de del Santo Padre.
La JMJ está dejando huella.

Vila dijo...

FELICIDADES !! Que tenga un feliz día de 42º aniversario.

Hoy la Misa va por usted. Gracias por ser como es. Bueno, se las daré al Señor.

Altea dijo...

Bueno, Anónimo, yo también me he fijado en el final, pero es que si es agnóstico, ateo o lo que quiera, de alguna forma tiene que justificarse y justificar lo que ha escrito. En este artículo ha dicho demasiadas cosas por las que los lectores habituales del País le podrían escupir hasta la náusea (con perdón).

Papathoma dijo...

Me quedo con lo bueno del artículo. Juzgar palabras aisladas es, cuando menos, "parcial".

Ayer, una amiga mía atea y pelín "radical" en tiempos cercanos, me aceptó con cierta emoción el abrazo con el que le transmitía el saludo cariñoso que el Papa le dedicaba a nuestros amigos en la despedida de 4vientos, y el folleto sobre la Confesión que unos adolescentes me dieron para que llevara a mis amigos.

Gracias, Vila por decirnos lo del aniversario -supongo que de su ordenación, D. Henry-. Rezaremos.

No comentaré nada de la foto de hoy: lo único que deseo es que celebren las bodas de plata, y las de oro... En lo que va de mes, tres amigas mías se han separado. Qué dolor tan profundo.

Anónimo dijo...

No son palabras aisladas. El artículo es un artículo oportunista, tremendamente ambiguo y magistralmente escrito que deja satisfecho a todos. Los laicos verán un signo de agnosticismo y los católicos una gracia del Espíritu Santo.

Cordelia dijo...

Feliz aniversario. Gracias.

Anónimo dijo...

Yomisma, lee el párrafo entero. No dejes que te engañen.Lo dice clarísimo:

"MIENTRAS El ESTADO SEA LAICO Y MANTENGA SU INDEPENDENCIA FRENTE A TODAS LAS IGLESIAS, a las que, claro está, debe respetar y permitir que actúen libremente, es bueno, porque una sociedad democrática no puede combatir eficazmente a sus enemigos -empezando por la corrupción- si sus instituciones no están firmemente respaldadas por valores éticos, si una rica vida espiritual no florece en su seno como un antídoto permanente a las fuerzas destructivas, disociadoras y anárquicas que suelen guiar la conducta individual cuando el ser humano se siente libre de toda responsabilidad"

Fíjate también que habla de valores éticos, no religiosos ("valores éticos" es una expresión asociada a la modernidad) Habla también de "una rica vida espiritual" (el concepto de espiritualidad es una abstracción que abarcaría desde el catolicismo hasta el neopaganismo. Ten en cuenta que cuando se habla de "espiritualidad" cada cual la entiende a su manera.

Con este tipo de baile intelectual, todos quedan contentos. Por eso dice "creyentes y no creyentes deberíamos alegrarnos"

Podríamos seguir analizando el texto pero daría para escibir una tesis. No es casual que lo haya escrito LLosa ni que lo haya publicado El País.

Papathoma dijo...

Vale, Anónimo, no te enfades. Mientras haya muchos ingenuos como yo que lo hayan entendido de otra manera, algún bien se sacará de todo esto.

Por cierto, antes de que apareciera este artículo en El País, había aparecido en el diario La República -de Perú-. Desconozco la tendencia de ese periódico y tampoco El País se hace eco de esta publicación, como digo, anterior.

En aquel país también lo han interpretado en una linea esperanzadora...o ingenua, según lo que nos cuentas.
Un abrazo.

Carlos García dijo...

Bueno, a lo mollar. ¡42 tacos al pie del cañon! Muchas felicidades. El libro del Card. Ratzinger -'Ser cristiano en la era neopagana'- está publicado en 1995, a partir de una serie de artículos escritos para 30 Giorni en años anteriores. Hay que tenerlo en cuenta.

Cristina v dijo...

Muchas felicidades por esos 42 años de fidelidad.
Le he recordado en Misa .

Anónimo dijo...

Iván

Por eso V. Llosa es quien es. Yo llevo defendiendo este discurso delante de mis allegados mucho tiempo, aunque sin esa gran eficacia literaria de un maestro como Mario. OJALÁ todos los creyentes sirvieran a sus creencias de esta forma, desde el ámbito de lo privado, sin querer impostar ni un gramo de su religiosidad y respetando la separación entre gobierno del hombre y gobierno de Dios. TODOS seríamos mucho mejores así, con respeto y diálogo. Enhorabuena a los Cristianos por vuestra fiesta, desde fiera se ha visto grandiosa.

Papathoma dijo...

Rectifico: la publicación del artículo de Vargas Llosa fue simultánea en los dos periódicos: es columnista en ambos. Pero el publicado en Perú se difundió unos días antes por la Red.

Por cierto, en aquel país le llovieron críticas muy duras...de ateos ofendidos.

Anónimo dijo...

Papathoma, aquellos ateos que han podido hacer críticas duras al artículo de LLosa son aquellos intolerantes que solo admiten un único discurso: la beligerancia radical a todas las religiones. Evidentemente, ese no es el tono del discurso.

Ahora bien, hacer una lectura del artículo como si este hubiese sido inspirado por el Espíritu Santo me parece una interpretación noble pero errónea.

Vargas LLosa, ve la vista del Papa como un bonito espectáculo que ayuda a la libertad democrática siempre y cuando el estado sea laico y mantenga su independencia frente a la Iglesia.

Habla también de que el propósito ilustrado de sustituir la religión por la cultura es una quimera hoy día por dos razones; primero porque la cultura se ha trivializado convirtiéndose en un divertimento ligero; y segundo porque el pensamiento ateo solo llega a una minoría mientras que "el común de los mortales" necesita "TENER LA SENSACIÓN" de que existe un orden superior.

Respeta la visita del Papa, sí, pero desde la óptica lejana de un librepensador laico aunque de derechas. Solo eso.

No obstante, el artículo está tan magistralmente escrito que necesita más de una lectura para su interpretación pues, intencionadamente, puede parecer que dice un mensaje que no dice. El texto es ambiguo para dejar satisfecho a creyentes y no creyentes.

Tampoco quiero sentar cátedra con lo que digo pero me parece más que evidente.

Anónimo dijo...

Iván: Gracias. Si se vio grandiosa desde fuera no sabes cómo se vivió desde dentro. Quedas invitado a Río de Janeiro (siguiente JMJ), y nos lo cuentas.
Monse.

Anónimo dijo...

Un comentario a raíz del artículo que un amigo ha colgado en facebook, creo que lo resume muy bien:

Es difícil escribir y no contentar a nadie, al tiempo que tu discurso satisface a esas partes a la vez y por separado. Anticlericalismo gubernamental y necesidad de separación de Estado y Dios, respeto y Vargas Llosa. Un consejo: absténganse de la lectura los católicos y ateos fanáticos.

Docente dijo...

SUCEDE QUE A SUS AÑOS VARGAS LLOSA SE LA ESTÁ VIENDO VENIR, YA ME PARECE LEER LUEGO UN TITULAR: "UN AGNÓSTICO SE CONVIERTE" Y DESPUÉS EL CAMBIO DEL TITULO DE ESTE ARTÍCULO POR "CRÓNICA DE UNA CONVERSIÓN ANUNCIADA", MIENTRAS TANTO ESTÁ AHÍ EN UNA SITUACIÓN AMBIGUA, CON UNA DIRECCIÓN VARIABLE DE ACUERDO A LA SITUACIÓN.

Anónimo dijo...

Detengámosnos por un instante; imaginemos que Vargas LLosa, haciendo uso de su libertad de conciencia, se convierte al catolicismo y recemos incluso para que lo haga ¿Cambiaría por ello un ápice del contenido del discurso? ¿Puede el creyente ser objetivo con respecto a su propia religión para comprender que hay otras formas de entender la sociedad?

Victoria Camps, otra agnóstica(no sé si en proceso de conversión)define el Estado laico como "el que opta políticamente por la separación con respecto a las Iglesias pero permiten que estas florezcan en su seno siempre que no se inmiscuyan en asuntos que han de ser administrados públicamente. No obstante, cuando la actitud laica se vuelve intolerante deviene el fundamentalismo laico".

Esta idea resumiría bastante bien el artículo que estamos debatiendo.

Tal vez, Victoria Camps esté también en proceso de conversión y al final tengamos un santoral de agnósticos convertidos. Cualquiera sabe...

Docente dijo...

ALGUIEN ME PUEDE ACLARAR Y RESPONDER ESTE INTERROGANTE:
¿Puede el creyente ser objetivo con respecto a su propia religión para comprender que hay otras formas de entender la sociedad?
MUCHAS GRACIAS!

Enrique Monasterio dijo...

Todo cristiano sabe que hay otras formas de vida y otras creencias; pero ese hecho no dice nada en contra de su fe. Al contrario. Tratará de conocerla mejor y de conocer mejor a los demás para atraerlos al conocimiento de Jesucristo.
(Por favor, "docente"; no escribas todos tus comentarios con mayúsculas. Eso, en Internet, significa que estás gritamdo)

Docente dijo...

Presento mis disculpas por las mayúsculas, no estoy gritando, no es mi estilo ni ha sido mi intención dar esa impresión. Sólo busco conocer y comprender,soy de Argentina, hace tiempo que sigo su blog, a diario, poco participo de comentarios,me gusta leer y releer los artículos, aparte los temas que se mezclan con la realidad que vive España, un poco diferente a la mía, hasta en la forma de expresarse. La verdad no sé como disociar la fe del pensamiento,quizás el comentario que hiciera sobre Vargas LLosa en mayúsculas cayó mal, sólo pensé que si alguien que dice ser agnóstico le parece ver a Dios, es que está dejando de serlo. Quizás con esto me explico mejor, es una evidencia más de la libertad que nos concede.Dios los guarde Muchas Gracias!!!!

JMM dijo...

El artículo de Vargas Llosa tiene un tufo a masonería que tira "patrás"