martes, 2 de agosto de 2011

La recta final


―Parece mentira que, precisamente tú, me digas que debo cambiar. Nadie cambia jamás, y lo sabes muy bien. Todo lo más adquirimos algo de experiencia y aprendemos a tolerar nuestros defectos. ¿Cambiar? Lo que no hemos hecho en cincuenta años no vamos a hacerlo ahora que hemos entrado en la recta final. 
Más o menos éstas fueron tus palabras (corrígeme si me equivoco). Me hizo gracia el tono condescendiente que empleaste. Total, sólo tienes dos años más que yo. Claro que, en el colegio, parecías mucho mayor.
Te repito ahora algo de lo que te dije entonces. Es verdad que vamos haciéndonos mayores; pero te revelaré un secreto: sí que es posible sacar matrículas de honor en junio empezando a estudiar en la recta final aunque uno no haya salido en la pole position del mes de octubre. Yo lo hice más de una vez, pero no se lo digas a nadie.
¿Y tú? ¿Tan mayor te ves o es sólo cobardía? Anda, muchacho, ajústate el marcapasos y ven a la JMJ. Es posible que un anciano sabio, que comenzó una nueva vida casi al final, te convenza de que siempre es posible volver a empezar.  

13 comentarios:

Relicary dijo...

Interesante reflexión la de hoy, Don Enrique.

Hay una dualidad en ese pensamiento. Al menos mi abuelo es muy, muy cazurro con sus costumbres y vicios. Pero son cosas llamadas "pequeñas".

Para mí, que lo pequeño es lo que cuesta cambiar más con los años (no imposible, pero más costoso), mientras que lo grande puede ocurrirte en cualquier momento, incluso minutos antes de "espicharla".

Ya tengo experiencia en ese cosas, jejeje.

¡un saludo a todos!

Mercedes dijo...

Hace mucho tiempo leí en alguna parte una historia de un condenado a muerte al que iban a ejecutar al día siguiente. La noche anterior, estando en su celda oyó cantar a otro prisionero una canción que le gustó mucho y le pidió que se la enseñara. El otro se asombró de que quisiera aprenderla sabiendo que no le serviría de nada, ya que al día siguiente le matarían.
Esto viene a que siempre es tiempo de aprender algo nuevo, de cambiar a algo mejor y de dar pasos hacia delante. Quizá cuando se tienen menos años todo esto se hace más deprisa y cuando llevas mucho tiempo siendo joven tardas más, pero se puede. Saludos a todos.

Papathoma dijo...

Me alegra mucho leer sus palabras porque cada vez que escucho ese cansino: "las personas no cambian, Olga.Convéncete", me rebelo por dentro (y por fuera, pero más sosegadamente: en eso también he cambiado).

Me contaban hace poco de un sacerdote joven que, para animar en la lucha, decía: "a ver si os pensáis que yo nací con sotana y fue creciendo conmigo!!"

El único requisito para cambiar es querer hacerlo.

Cordelia dijo...

Prefiero creer que es posible cambiar. No quiero resignarme a pasar toda la vida aprendiendo a tolerar mis defectos.
De hecho, biológicamente hablando cambiamos todo el tiempo. Nuestras moléculas recirculan, nuestras células nacen, se reproducen y mueren, y ese es el proceso necesario para la vida.
Como decía mi abuela, aplícache o conto...

Fernando dijo...

Así es, Don Enrique, aunque es muy difícil aceptarlo y animarse a cambiar.

Anónimo dijo...

Me niego a compartir ese pensamiento acerca de que uno no cambia.
Más que nada, porque no es cierto, ya que cada edad, cada tiempo, cada lugar, cada amistad, cada trabajo, cada día etc. tiene algún pequeño detalle que nos afecta, nos influye y nos cambia. Cambia nuestra actitud, nuestros modales, nuestros pensamientos.
La forma de ver la vida a los 15, no es la misma que a los 20, ni que a los 40...
Si pensara o me creyera que las personas no cambian, entonces ¿Qué es de la Esperanza? ¿qué de las conversiones grandes (ej: San Pablo) y diariamente pequeñas que ha habido a lo largo de la historia?, debería entonces pensar o creer que no habrían sucedido, ni que habrían tenido sentido.
Quizá me equivoque, pero con la ayuda de Dios y los que tengo a mi alrededor, CAMBIARÉ o por lo menos tengo la Esperanza que mañana seré algo mejor que hoy.

Enrique dijo...

La recta final, en ciclismo, es para esprintar.
La metáfora de su amigo debería haberle llevado a concluir justo lo contrario: hemos de hacer en ella lo antes nunca hecho.
Esto es, tomarnos la recta final "a lo Dimas".

DAVID DIAZ CRIADO dijo...

Con el paso de tiempo cada vez hacemos menos cambios pero mas importantes me parece a mi.

Mercedes dijo...

Y por cierto ¡qué bonito caballo!

Antuán dijo...

Bravo cata. Yo sigo intentando que algunos se apunten al evento. hoy conseguí una nueva inscripción. ¡aleluya! y de otros que coinciden las fiestas del pueblo, seran cazurros. hasta donde es comparable? Puebles. pero que se le va hacer. no voy a decir se arrepentiran por que no tienen ni idea de lo que esto supone. y sobre el marcapasos. se acelera a medida que pasan los dias desde luego que si lo llevara, se funde. Adiosle

vila dijo...

ya somos todos mayorcitos, si realmente uno quiere cambiar no tiene mas que proponerselo de verdad. Y creo que para hacer el camino mas fácil lo prudente es buscar ayuda, y un amigo que te aconseje. Y todos sabemos donde debemos buscar pues muchos vamos de vuelta de muchas cosas a estas alturas de la vida.

Si señor! El caballo es una maravilla. Fue lo primero que pensé al leer le entrada esta mañana.

Anónimo dijo...

Nadie cambia jamás... No estoy de acuerdo. Lo que pasa es que las batallas personales son las más difíciles; las manejamos a nuestro antojo.

Papathoma dijo...

Le he estado dando vueltas a lo de "la recta final" porque últimamente se lo oigo mucho a los mayores.

No he podido evitar en todos los amigos que se fueron jóvenes. Muy jóvenes.

Recuerdo especialmente a Nikos, ortodoxo pero no practicante (¿de qué me suena esto?). El día que le diagnosticaron un tumor cerebral maligno, se fue a ver a un sacerdote; echó fuera todo lo que no había ido bien en su vida y volvió a empezar.

Algo menos de un año fue su recta final...y mereció la pena su cambio. Murió con 31 años, con mucha paz y nos la contagió a nosotros también.