viernes, 10 de septiembre de 2010

El funeral de Ignacio


A las siete y media de la tarde la Iglesia del Espíritu Santo está completamente llena. En primera fila, los hijos y la mujer de Ignacio Basurte, mi amigo psiquiatra que falleció el pasado 16 de agosto. Detrás, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos: amigos sin más y antiguos pacientes que se convirtieron muy pronto en amigos.

En principio iba a celebrar el funeral yo solo. Luego me dijeron que me acompañaría don Juan José. Por último, mientras nos revestimos, aparece un tercer sacerdote, cuyo nombre he olvidado, que acaba de llegar de Toledo.

—Me he enterado por la prensa… ¿Me permites que concelebre con vosotros?

Al comenzar la misa, la vista se me escapa a las primeras filas. Identifico a algunos colegas que trabajaron con Ignacio: Juan, Mari Luz, Javier… Y, casi sin darme cuenta, mientras suena el canto de entrada, me pongo a hacer cálculos. ¿Cuántos amigos tenía Ignacio?

Enseguida comprendo que todos somos su familia, que estamos en perfecta sintonía y que, a pesar de la multitud, debo hablar a cada uno como lo haría el propio Ignacio.

Ya lo dije en el globo al día siguiente de su fallecimiento: Ignacio fue un conversador incansable, dicharachero, con un desbordante sentido del humor, amigo de sus amigos, enamorado de su familia, generoso hasta la exageración, cariñoso con todos, y, por ser además un gran cristiano y hombre de fe, capaz de entregar a los demás no sólo su ciencia y su talento; también su corazón y su visión cristiana de la vida.

No tengo remedio. Cada vez que debo oficiar el funeral de un amigo, me olvido del guión que traigo en el bolsillo, me conmuevo y tal vez pierdo los papeles. Hoy me temo que también.

Durante la Misa he dado gracias a Dios, no una sino muchas veces por la vida de Ignacio… También he pedido por su eterno descanso. Al menos eso espero.


3 comentarios:

DAVID DIAZ CRIADO dijo...

pues eso de perder los papeles me parece fabuloso porque a mi no me gustan nada las homilias enlatadas.
Prefiero que el sacerdote hable segun lo que el Espiritu le vaya inspirando (sobre todo con amigos).
Yo pienso que no basta un sacerdote que sea solamente apostol sino tambien profeta.

Anónimo dijo...

Estoy con DDC; cuando uno goza de amigos así y se siente en familia, los papeles sobran. AC

Vila dijo...

Pues improvisando o no, a mi me ayudo a rezar, a dar gracias y a pedir por él y por todos nosotros. Creo que el objetivo se ha cumplido, no?
Y como confío plenamente en que esta en el Cielo, ya le tengo hecho un encarguito.