jueves, 4 de agosto de 2011

El hermano pequeño de Pedro, en Hong-Kong


Don Andrés ya va camino de Corea. Lo conocí hace un par de meses en Molinoviejo y me pareció insultantemente joven y dotado de un entusiasmo envidiable. Sí, he escrito envidiable, a pesar de que habitualmente repudio esa palabra. Reconozco que sentí envidia al verlo tan lleno de vitalidad y con tantas ganas de comerse el mundo. Asistíamos los dos a una convivencia de sacerdotes de la Obra, y allí nos contó que este verano se iría a vivir a Corea.
―Bueno, antes pasare por Hong-Kong para ambientarme.
Andrés no sabe media palabra de chino ni de coreano, pero “se maneja” en inglés. Por tanto deberá dedicar muchos meses a aprender la lengua y tendrá tiempo para ser corresponsal de este globo en el Extremo Oriente. Se lo propuse formalmente y aceptó a cambio de que todos los globeros recemos por la labor del Opus Dei en Corea.
Esta mañana he recibido su primer correo desde Hong-Kong. No tiene carácter de crónica, sino de carta circular para un grupo de amigos. Por eso sólo transcribo aquí unos párrafos de sus primeras impresiones y la anécdota final:
Esta ciudad es increíble. Tiene un puerto gigantesco (la puerta de China), y además, según me acercaba a la ciudad iba viendo cada vez rascacielos más grandes. Las casas normales tienen más de veinte pisos, y los de oficinas tienes que romperte el cuello para ver la parte de arriba. Entre edificio y edificio solo hay calles estrechas. Y todo esto, en un terreno que va escalando la montaña, con más pendiente que en Canarias: Torre Espacio se quedaría minúscula aquí.
 Al llegar a casa, me duché, recé un poco, y enseguida a comer (12.45). Ya por la tarde (cuando en España estabais levantándoos de la cama) lo primero que hice tras el rosario, fue rezar un poco y celebrar Misa. Después, no me dejaron ponerme a escribir correos, porque parece ser que el Jet Lack, el desfase horario, se suaviza si te mueves conforme al horario nuevo. Yo pensaba que eso del cambio horario era sólo para débiles, pero sin darme cuenta, aquí, me fui quedando dormido por todas partes en cuanto dejaba de moverme.
Fui  a comprar las sotanas blancas ―ahora entiendo porqué no son un capricho― con D. Ramón. Allí, me pusieron mi nombre en chino: no me acuerdo como sonaba, pero literalmente se traduce por "hermano pequeño de Pedro".
En efecto, el Apóstol Andrés es el hermano pequeño de San Pedro, y ahora lo tendremos de corresponsal.

11 comentarios:

DAVID DIAZ CRIADO dijo...

¿SOTANAS BLANCAS?...EXPLICAMELO.

Vila dijo...

Bienvenido D.Andrés, y cuente con esas oraciones diarias.
Por cierto, es bien bonito el nombre que le han puesto.

D. Enrique: menudo fichaje... este globo va a volar mucho mas lejos si cabe.

Cordelia dijo...

Lo de las sotanas blancas digo yo que es por el calor. Aunque nunca he entendido entonces porqué los tuaregs visten de negro...
Don Enrique, no nos ponga más deberes para el verano, que se me están amontonando ya las intenciones para rezar. ;-)

Papathoma dijo...

Suscribo al 100% el comentario de Vila.

Supongo que lo del blanco tendrá algo que ver también con el grado de humedad añadido a las elevadas temperaturas. Supongo que las negras acabarían llenas de cercos blanquecinos por la excesiva transpiración.

No sabe D. Andrés dónde se ha metido: además de estrenar país, color de sotana e idioma, en este globo estaremos esperando impacientes sus crónicas.

yomisma dijo...

En asia en color de luto y de seriedad es el blanco. A lo mejor tiene esto algo que ver con las sotanas. Diferente concepto de la vida. Muy diferente. Mucha suerte a Don Hermano de Pedro sobre todo con el idioma...

Antuán dijo...

Don Andres pero puede olvidar su nuevo nombre, ya puede espavilar yo conoci a alguien de Taiwan con el nombre de Wuant y algo más seguido - a mi tambien se me olvida- de momento mientras no nos diga otra cosa le llamaré Wuant Chim. Y sobre las sotanas blancas d. David como puede ser tan paleto, no ha visto ninguna proyección del Padre en esos paises y Africa que las llevan. Rezaremos por su nuevo encargo. hermano pequeño de Pedro ¡guay! Adiosle-pido

cristina v dijo...

Que maravilla!!!!.
Hoy que precisamente es San Juan MªVianney patrón de todos los sacerdotes. Lo voy a encomendar especialmente a el, para que sea un sacerdote santo y que le ayude con la labor de Corea.
Como solia decir el Santo Cura de Ars:<<¡Qué cosa tan grande es ser sacerdote!Si lo comprendiera del todo, moriría>>. Pues eso don Enrique.

Mercedes dijo...

¡Enhorabuena, D. Andrés! Va ser usted de lo más rezado. Ya lo notará. Un saludo mañanero.

Anónimo dijo...

Pregúntele a D. Andrés que de dónde sacará una pista de Páddel, por allá...

Y que Pablo y Álvaro, se acuerdan de él. Y de los días de Páddel...

Carmen.

Pablo dijo...

Aquí Pablo, hijo de Carmen, la del comentario anterior...

Andrés, creo que entre tanto rascacielos y calles estrechas, estoy empezando a entender porque ellos no juegan a Padel y en cambio son los campeones del mundo de Ping-Pong...

P.D. Más que rezar el por nosotros, tendremos que rezar nosotros por el.

Relicary dijo...

Muchas cosas bonitas en ese viaje y muchas dificultades.

EL chino no se parece tanto al coreano. Las letras coreanas son un show, parecen esas marcas alienígenas de los campos de trigo tan famosas.

Por otra parte, es bonito ver que cumplen con la tradición de nombres descriptivos. Muy bonito el escogido.

Mucho ánimo a Don Andrés. Creo que Corea es diferente a Hong Kong, pero sean cuales sean las vicisitudes, rezaremos para que tenga fuerzas y Espíritu para llevar adelante la labor.