¡Llámame, Paolo!
Nos encontramos ayer aquí, en la calle Lagasca. Tendrás 19 o 20 años. Me dijiste que querías ir a "algún sitio" donde te ayudaran a ser mejor persona. No nos conocíamos de nada, y yo tenía prisa. Te di mi tarjeta y escribí el número de teléfono de un amigo al que podrías llamar.
Media hora después comprobé que ese número estaba desactivado. Ahora tengo la esperanza de que te comuniques otra vez conmigo, ya que en la tarjeta figuran todos mis datos y los de este globo.
Anda, porfa, llámame. Y si entras en el blog, da señales de vida.
5 comentarios:
Madre mía, D. Enrique!! qué cosas le pasan!!
Antes cuando se perdía alguien, se ponía un anuncio en la radio, seguro que encuentra el camino de vuelta.
Le encomendaré a su Ángel de la guarda,para que vuelva.
La vida de bastantes sacerdotes sería mucho más interesante si fuesen de uniforme.
Pero como puede ser así de burro! es otro y cancela todas sus entradas y salidas y se va al bar de la esquina, yo, por lo menos lo voy a hacer el domingo con alguien que me debe una explicación, luego a lo mejor no es tanto y me pas como con la madre de Erneto y Andrea que me recogieron en la parada y se plantean unas cuestiones! que ni pa que se bajan los niños y el poco trayecto que nos queda me suelta una reata de preocupaciones sin lugar a colocar respuesta, pero el proximo lunes en cuanto monte en el auto le voy a decir: ¿Oye tu confias en Dios?. Adiosle
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